domingo, 17 de febrero de 2013

Especial San Valentín: El sol vuelve a ponerse y te echo de menos


El sol vuelve a ponerse y te echo de menos.

Sé que si pudieras mirar al sol estarías pendiente de cómo la luz se difumina, y que recordarías como esa misma luz saca brillos anaranjados a mi pelo. ¿Recuerdas aquella tarde en la plaza mayor? Apartaste un mechón de cabello de mi cara y me dijiste que no habías conocido a nadie como yo. Te sonreí y me sonrojé, y me acariciaste la mejilla con tus dedos. Cerré los ojos y dejé que los últimos rayos me calentaran la piel.

Siempre he sabido cómo contar las cosas y en qué momento, y en ése momento dije que te quería, y me sorprendiste cuando correspondiste a mis sentimientos dándome un beso. Recuerdo aquello como si hubiera ocurrido hace minutos.

Tu incontrolable deseo de viajar te llevó a los lugares más hermosos. Todavía conservo las postales que me enviaste desde París. Estabas tan ilusionado con empezar una nueva vida que tus postales rebosaban calidez y alegría. Más tarde me llegaron tus postales de Londres y Berlín, en las que me animabas a que me reuniera contigo y recorriéramos el mundo. Cuando llegaste a Nueva York me enviaste una camiseta de “I love New York” y una foto en la que se te veía ante la estatua de la libertad. Las gafas te tapaban media cara, y me pedías perdón por no haber estado en mi cumpleaños. Estabas radiante y transmitías esa sensación a todo el mundo.

De eso ya han pasado once años. Once largos años en los que tu recuerdo me ha acompañado a cada paso, a cada latido. Vuelvo a pasear por la plaza mayor intentando vernos bajo la luz del atardecer, pero no veo nada. Nuestra huella se ha borrado del mundo y me ha dejado a mí como testigo impotente.

Aún puedo recordar el día que conmocionó al mundo y separó nuestras vidas. Aún lo recuerdo porque fue el día en que te perdí para siempre, y deseo tanto haberte obligado a quedarte para que no te fueras de mi lado.

Pero es tarde para lamentos, y tarde para desear cosas que no hice. Pude haberme ido contigo y no lo hice, pude recorrer el mundo contigo y permanecer para siempre junto a ti y no lo hice. Y ahora te escribo cartas. Cartas que se acumulan en los cajones y en estanterías. Cartas que nadie más que yo va a leer, porque tú ya no estás para recibirlas.

Prometiste volver, y el destino no te dejó cumplir tu promesa.

Paso muchas noches recordando tu sonrisa y cómo me mirabas. Apenas es un esbozo de hace años, pero es más de lo que pensaba que tendría.

Desde ese once de septiembre, no paro de recordar el atardecer en la plaza mayor, con nuestras manos unidas y la débil luz del sol cayendo sobre nosotros.

Y lo cierto es que el sol vuelve a ponerse y te echo de menos. 



miércoles, 6 de febrero de 2013

Envidia #Pecados

La miras y te preguntas: ¿Qué tendrá ella que no tenga yo? Y no es que sea especialmente guapa, o delgada, o rica, o cualquier otro atributo que se te ocurra, simplemente tiene algo que tú no crees tener, tal vez algo material o algo no físico.

Al rico “culo veo, culo quiero”. 

Y es que los humanos somos tan simples que creemos que cualquiera es más que nosotros, y nos esforzamos la vida entera en ser algo que en realidad no queremos.

Perseguir un deseo que no te lleva a otra parte que a la miseria más absoluta. ¿Porqué tengo que perderme a mí como persona individual para ser colectivamente igual que los demás?

¿Te imaginas un mundo donde todos fuéramos iguales? Qué mundo más aburrido. La individualidad es lo que nos hace ser únicos y diferentes. Sin ella sólo seríamos nada más que una copia con un número.

Envidia. Sopesa la palabra en tus labios.
Opino que la injusta distribución de la riqueza tiene un importante peso en su evolución. Se supone que tenemos que ser felices con lo que tenemos, ya sea el cabello oscuro, los ojos castaños o un coche desvencijado.

¿Qué hay de malo en ser moreno y de piel oscura? En realidad, el primer humano que vivió en este planeta era de África. asi que ¿qué mas da?

Y así seguimos torturándonos en este sin vivir de yo quiero ser como..., ¿cómo quién? ¿A quién deberíamos tomar de ejemplo?
Yo prefiero ser como mi madre, porque es una luchadora y me ha enseñado diferenciar lo que más importa en esta vida y a no dejarse la vida en esfuerzos vanos. O como mi padre, que me sacaba siempre una sonrisa en momentos en los que lo creíamos todo perdido, es más, su recuerdo ahora me trae una sonrisa nostálgica de pensar en la huella que ha dejado en mí, y en todos los que le conocieron.

Antes de pensar que queremos, y que es lo que no tenemos y necesitamos, hay que pensar en si realmente el rodearnos de cosas va a hacernos más felices.

lunes, 4 de febrero de 2013

Canción primera

Ya sé que llevo unos cuantos días sin actualizar, y que este hecho se agravará durante una temporada indefinida. Personalmente, voy a tratar de actualizar lo que pueda y seguir con este blog. Muchas gracias por pasarte, seguir y comentar si es eso lo que quieres.
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"Mi vida. Mi vida no. Mi vida nunca. Mi vida nunca fue un pájaro sangrando estambre por las alas. Mi vida nunca llevó en el cráneo una corona de astillas. Mi vida nunca fue. Mi vida no fue ni será mañana una mariposa apresada en las trenzas de una chica. Mi vida no fue ni tampoco es hoy un viejo corazón de madera. Nací el 24 de junio de un año que se rehusó a ser éste. Mi padre estaba borracho de níquel y envuelto en aluminio. Mi madre me dio el nombre de Rebeca, y me talló los ojos con arena. Mi madre me dio el nombre de Rebeca, y me talló los ojos con arena. 

Tengo miedo. El miedo usa una corona de estrellas. Hace 3 días soñé que mi padre me golpeaba. Hace 2 días soñé que mi madre me cosía la boca. No me reconozco. Miro el espejo y encuentro a un ángel deshojando el mundo. Tengo el terrible deseo de gritar mi nombre. Tengo el abecedario tatuado en los tobillos. Nací el 24 de junio de mil novecientos violeta. Nací en una pradera de tuercas y filósofos llorando rocas y esquirlas y teorías astrogramaticales encima de una rosa. Mi vida nunca fue un pájaro con las entrañas llenas de estambre parado en la estructura ósea de una estrella. No tengo recuerdos de mi casa. Pienso que soy un caballo con la mandíbula rota. Pienso que soy una niña que lleva por grillete las estrellas del mundo. Pienso que he venido renaciendo los últimos 24 años, y que he transformado mi horario escolar en una placenta de pétalos. Pienso que mi vida es un pajarito con el corazón de estambre y una corona de huesos. Pero no es así. 

Mi vida no es un pájaro de estambre, ni violeta, ni rojo, ni verde, ni pluma, ni cieno, ni triste, ni roca, ni azulmente roca, ni estambremente roca. Mi vida es una nota al pie de mi obra. Y mi obra es un libro de geografía que se ha convertido en mariposa. Y mi mariposa lleva polen y ríos sobre las alas. Nací el 24 de junio de ningún año. Soy una mujer con 500 golondrinas dentro. No tengo recuerdos de mi pueblo. Me estoy soñando. No tengo recuerdos de mi infancia. Me estoy soñando. Mi vida nunca fue. 

He descubierto que la poesía es un cuadro que se pinta sin usar pinceles, una danza que se baila sin usar el cuerpo, un beso que se da sin usar los labios. He descubierto que la poesía es un juego en el cual está prohibido seguir las reglas; que es entender que tenemos el pecho lleno de musgo, de nieve, de agua, de tierra y de semillas que florecen como soles; que la poesía es una parvada de golondrinas despedazándote el cuerpo de adentro hacia fuera; que la poesía es platicar con las palomas en el techo de las catedrales. He descubierto, que quizá, incluso, la poesía es. Nací el 24 de junio de mil novecientos madera y tres. 

Mi madre se rompió los dientes en el parto. Fui arrojada a una cuna de paja. Tenía las uñas de los pies azules y enrolladas como pergamino. Mi padre estuvo orgulloso de mi sexo, hasta que descubrió que mi sexo era una constelación de girasoles. Esta mañana he decidido escribir, no poesía, no tratados, no alfileres, no escritorios, no mi vida o una novela, sólo escribir. Sólo tallarme los ojos con la pluma, para ver al mundo lleno de rayones, y una de mis lágrimas sea tinta." 

David Meza