Un joven con sueños, como muchos otros jóvenes,
quería, deseaba ensimismarse de un entorno mágico, antiguo y diferente para
crear una historia, para poder disfrutar de la lejanía del abrigo confortante
de su familia, para olvidar sus amores no correspondidos. Después de acabar la
carrera de periodismo, y cansado de ver la competencia que existía en este
mundo, que descubrió en sus prácticas, sintió que todo lo que había estudiado
en la universidad no servía de nada. En lo que tenía que convertirse era en una
vil maquina de trampas, envidias, eliminación de competidores y sobre todo
falsedad humana. Por todo esto eligió irse a vivir a Salamanca un tiempo no muy
prolongado, pero con la esperanza de que fuese intenso. El chico tenía un
nombre, Alex, Alejandro, y por fin había acabado de instalarse en una pequeña
casa de salamanca, una de tantas, como la mayoría de los estudiantes. Un
domicilio en el que apenas había 25 metros cuadrados, con una habitación, un
baño, y un salón que también era cocina. Había estado toda la tarde sacando
cosas del coche y subiéndolas a su refugio solitario, pero de todas las tareas
que tenía que hacer Alex para estar contento con su guarida, era ni más ni
menos que conseguir una conexión a internet lo más veloz posible. Él sabía que con
eso nunca se sentiría solo. El joven, con sus 25 años de edad se sentó en su
pequeño sofá, delante de la televisión plana, y con el ordenador en las
rodillas. Todavía no había cenado, pero eso no era lo más importante. Lo que
más le importaba era comprobar, si podría conectarse desde la conexión de
cualquier vecino para poderse quedar tranquilo, pero para su desgracia eso no
fue así. Cuando se dio por vencido, decidió hacer la cena. Ya hacia frio en la
ciudad Salmantina y eso le apenaba, ya que el verano no volvería. Cuando había
terminado de cocinar le llamarón al móvil, era su madre. Es normal que una
madre se preocupe por su hijo. Ella no comprendía muy bien el motivo por el
cual su hijo se había ido de casa durante un tiempo, y su padre ni siquiera se
lo pregunto, pero hay estaban preocupándose por su hijo. En parte ellos iban a
pagar el alquiler.
Tras un devaneo de frases protocolarias con su madre,
empezaron las cuestiones de consejos para un novato que empieza a vivir solo;
como se mantiene mejor la comida, como se hace el pescado, como se congela el
pan, como se limpia, y donde debería colocar el paño que le había echo su
querida madre… El joven desolado mantuvo el talante lo mejor que pudo, ya tenía
experiencia en estas conversaciones. Cuando se puso su padre él sabía que la
llamada estaría cerca de su fin. Unas cuantas preguntas de su padre, fácilmente
predecibles, y por ultimo, una pequeña denotación de amor. Al colgar el
teléfono eran las 9:00 de la noche, hora en la que comenzarían las noticias.
Todo había sido preparado por el joven para poder disfrutar de la cena mientras
veía las noticias, aun que no pensaba que se le enfriaría la cena. Resignado
engullo el alimento mientras escuchaba que pasaba en su país y en la comunidad
internacional, las mismas historias de siempre; criticas a los gobernantes,
incompetentes, como los que presidian la oposición y como las personas,
ciudadanos, que los habían botado.
– Todos quieren todo, ya. Alex no era muy
social, tenía a sus amigos de siempre, y pocas veces se interesaba por hacer
amigos nuevos, aun que hay que decir, que intentaba hacer todas las amigos
nuevas posibles. Ya que era su única manera de poderse comer una rosca. Antes
de venir a Salamanca, había pensado en la idea de conocer a gente, algo necesario
para su vida profesional, y al parecer necesario para cambiar un poco su estilo
de vida. Ya que necesitaba encontrar una identidad, que le ayudará a seguir su
camino. Para ello comprobó que cursos se ofrecían en esta ciudad, y que tipo de
gente podría conocer en ellos. Él sabía que serían principal mente estudiantes
de periodismo que hubiesen acabado la carrera de periodismo, y especialmente
que les interesase la investigación. Aunque lo que no podía controlar era la
clase de investigación en la que podrían estar interesados sus todavía no
compañeros. El joven lo tenía decidido, haría ese curso mientras se encontrase
en la ciudad, y así no sentiría que había perdido el tiempo, si la novela que
quería escribir no triunfaba. Todavía no había tenido tiempo de ver la ciudad.
Nunca había estado en Salamanca, y Alex sentía la necesidad de querer empezar a
impregnarse del entorno. Después de cenar se arreglo y saco de su mochila mp4
para poder andar mientras que escuchaba su música. Así no sentiría que se movía
solo por las frías calles. Así no sentiría la presencia de la gente a su
alrededor. Ya no podría preocuparle lo que pensase la gente al verle solo
paseando, mientras observaba los restos desmembrados que componían la
micro-cultura del lugar, como un pequeño ecosistema. El muchacho vivía a 5
minutos del centro, de la plaza Mayor de Salamanca, con su afamado estilo
churrigueresco. Localizarla sería simple, y por si tuviese algún problema,
llevaba su mapa, uno que se había imprimido en internet. Uno de tantos.
Mientras camina en dirección a la plaza, pensaba en lo que había leído de ella.
Se había documentado antes de venir sobre algunas características de Salamanca,
que pudieran ayudarle en algún momento con su obra. Por ejemplo Alex había
leído, que el estilo de la Plaza Mayor provenía del apellido Churriguera, los
cuales eran un clan de arquitectos barrocos, los cuales tenían la
característica de recargar la decoración. Tal vez, el joven pensaba, que podría
utilizarlo para crear la existencia de algún secreto en la zona. Algún cardenal
o sacerdote podría haberles pedido ayuda a estos arquitectos para guardar algún
secreto. Eso era lo que buscaba, el misterio, la superstición, la oscuridad, la
intriga, para terminar en un amanecer calmado. Era lo que Alex entendía por un
buen final. Mientras baja por la el Paseo del Doctor Torres Villarroel pensaba
en lo fría que era la calle. Era domingo, y al parecer la gente que se
encontraba por el camino, tenía prisa por resguardarse del frio. Pero el joven
muchacho no podía quedarse en su casa el primer día, sabiendo que había cosas
en exterior que quería ver. Sentía que si no hubiese salido de su casa, se
sentiría como en una prisión sin tan siquiera una ventana que le mostrase desde
lejos, lo que él deseaba. Al final se encontró con la primera característica de
Salamanca, la iglesia de San Marcos, en la Puerta de Zamora. La buena memoria,
le hizo recordar que aquella iglesia había sido construida a finales del siglo
XI, principios del siglo XII. Al joven no le interesaba la historia, a no ser
que pudiera utilizarla para sus intereses, en este caso no le interesaba que la
iglesia fuera de estilo Románico, pero si le parecía curioso que se encontrase
donde estaba antes la antigua muralla de la ciudad. Cosas que antes se encontraban
en un lugar, y que ya no lo están. Cual es el motivo que se podría encerrar
dentro de estos cambios. Alex sabía que el motivo sería algo simple de
entender, pero también se podría sacar algo más interesante que una simple
explicación de ordenamiento del terreno. Siguió descendiendo, perdido en su
música electrónica, sin fijarse en la gente. Tras bajar por la calle acabo
encontrándose con la Plazo mayor, algo solitaria, por el frio que hacía. La
gente salía de ella, resignándose de que ya había acabado el turismo para ellos
ese fin de semana, y al día siguiente posiblemente tendrían que volver al
trabajo. El joven se situó en el centro de la plaza, girando lentamente sobre
sí mismo, para poder observarla. La primera sensación que le vino a la mente no
fue lo preciosa o no que era, si no el parecido que tenía con la Plaza Mayor de
su ciudad, Madrid. Enseguida perdió el interés. El clan de arquitectos que la
había diseñado debería de tener otro plan en su todavía inexistente novela.
Salió de la plaza por la salida que daba a la Plaza del Corrillo. Al mirar a la
izquierda le sorprendió la existencia de una iglesia, pero no fue por sus
características externas, si no por que al seguir caminando vio que la iglesia
tenía edificios recién construidos adosados a sus muros, y entre dos de ellos
asomaba una parte de ella, que no parecía esta en buen estado. Él quería llegar
a la Catedral Nueva, era su meta esa noche, pero se quedo algo extrañado por
aquella unión que tenía ante él. Al andar un poco se encontró con la entrada, y
en la puerta ponía iglesia San Mateo. Subió unas pequeñas escaleras que daban
pie a la entrada, y paso a lo que se podría entender como el recibidor. Era
pobre, antiguo y se podría decir que estaba mal cuidado, pero al contrario, si
se encontraba iluminado. Signos que él desconocía se encontraban en el suelo,
en las paredes, y en el techo. Todo de una piedra que sin duda era antigua en
su forma, por el desgaste y las grietas de la misma. Al mirar al frente vio la
puerta, ya más pobre que la externa, que daba al interior de la iglesia. Al
entrar se quedo sorprendido por lo que le rodeaba. No era algo especial, no era
algo a lo que se le podría sacar una foto, para poderlo recordar. Todo era
simple y pobre. Lo que más resaltaba en aquel lugar era la oscuridad que
gobernaba en toda la explanada. El silencio lo rodeaba todo, con la fiel
oscuridad, pero había algo que inquietaba al joven, y era el cantico de tres
ancianas que estaban en el primer banco, enfrente del altar mayor. Adoraban al
señor, cantando al unisonó, como títeres, sin cometer un solo fallo en el orden
de sus palabras. Silenciosamente ojeo un escrito que explicaba parte de la
historia de aquel lugar, como por ejemplo quien diseño el altar mayor.
Casualmente había sido el arquitecto Alberto Churriguera, del clan de los
Churriguera. Algo que le motivo, una simple relación que podría dar su juego.
Era toda de madera, daba la sensación que estaba compuesta en una sola pieza.
La iglesia fue fundada en 1103 y en el siglo XVII se le había implantado el
estilo, barroco, cuyo significado era “joya falsa”. Aun que eso último no lo
ponía claro. El joven observo que los muros de la iglesia estaban torcidos
hacia el interior de la pequeña parroquia, y de pronto tubo la sensación de que
aquel lugar no parecía muy seguro. Al momento pensó en la primera
característica que le había impresionado de este lugar, esos edificios anexados
debían tener la función de sostener parte de la carga, que estos viejos muros
ya no podían aguantar. De pronto, una de las ancianas giro lentamente la
cabeza, en un ángulo de 90 grados a la derecha, donde se encontraba el joven.
Mientras la mujer repleta de arrugas y con semblante serio seguía cantando a su
Señor. Alex se quedo frio al unir su mirada con la anciana mujer. La sensación
que sintió le recorrió todo el cuerpo, pero su racionalidad le indico que tal
vez podría estar molestando en aquel lugar – Los devotos no deben de estar
cómodos con las visitas. Supuso el chico, que dio la espalda a la mujer y se
dirigió a la salida. Él había visto muchas películas de posesiones, en las que
siempre salían señoras mayores rezando, con lúgubre rostro, y le seguían dando
escalofríos aquel lugar. Alex no observo que mientras que se dirigía a la
puerta, las ancianas se dirigían hacía él, lentamente, y cantando al unisonó.
El joven no se dio cuenta, tal vez por el lugar que administraba el sonido por
todo el oscuro lugar. Cuando llego a la puerta, se dio cuenta que está estaba
cerrada, y que el recibidor estaba a oscuras. Al intentar forzar la puerta miro
por el hilillo del ojo atrás, como por un instinto que no sabía ni que tenía.
La sangre se le congelo al ver a las tres ancianas enfrente de él, cayadas,
observándole con sus decrépitos cuerpos. Fueron apenas milésimas de segundo, pero
el joven las sintió como pinchazos en su sien, hasta que dijo. – Perdón, pero
la puerta esta cerrada. ¿Saben quien tiene la llave? Ninguna de las ancianas le
contesto a su educada pregunta. El joven ya no se fija en lo que le rodeaba,
ahora solo estaban ellas, y él. – Señoras ¿Se encuentras bien? Pero el silencio
seguía reinando, ahora más que nunca, en aquel lugar olvidado de la mano de
Dios, en aquel lugar falso. Alex volvió a tocar el manillar de la puerta para
hacer otro intento, pero no se abrió. Se le paso por la cabeza, echar la puerta
abajo con su hombre, pero eso no era decente en aquel lugar, ni en aquella
situación. ¿Por qué tendría que llegar hasta ese punto? De pronto las ancianas
levantaron la mirada el del joven para observar, las tres a la vez, la bóveda
centrar de la iglesia, oscura y fría como la piedra. Alex levanto la mirada,
siguiendo a la de las diabólicas ancianas, hasta que todo su cuerpo quedo
petrificado. El miedo empezó a recorrer todo el cuerpo del chico, libre, llego
hasta el lugar más recóndito, para volver a empezar. Lo que estaba viendo era a
una anciana desnuda, que estaba de espaldas al suelo, a cuatro patas en la
bóveda, con el cuello total mente girando, observando al joven con una sonrisa
despiadada en el semblante arrogado. No hubo tiempo de reaccionar, esta no era
una historia en la que después de todo lo sufrido llegaba un bonito amanecer.
Alex sintió como algo terriblemente pesado caía sobre él, sintiendo en un
instante como las partes de su cuerpo se rompían y aun unidas, daban a parar al
suelo por separado. Un dolor intenso recorría su cuerpo, no por completo, ya
que había partes que no sentía, apenas podía respirar, ya que la boca se le
estaba llenando con su propia sangre. Pero todavía estaba consciente para ver
como el horrible ser que había caído desde el techo lo observaba cara a cara.
Ella seguía manteniendo la misma sonrisa, mientras su cuerpo desnudo y arrugado
se teñía con la sangre de Alex. El joven solo pudo decir - ¡No! Aun que ni él
mismo supo si lo dijo o lo imagino. Al momento las otras tres ancianas se
abalanzaron sobre el indefenso joven, y este vio por unos segundos
aterrorizado, como se alimentaban de sus entrañas. No volvió a casa.