¡Hola
chic@s! Éste es el primer relato corto que publico en el blog y es más largo
que lo acostumbrado en mis otras entradas, se trata de una variación de un
capítulo de Maestros del terror. Quien lo haya visto se conocerá la temática,
para el que no lo sepa será una sorpresa. Debo avisaros de que este relato es para
reflexionar, no todo es lo que parece. Y sin más, aquí está el relato, ¡ESPERO
QUE OS GUSTE!
*****
Un
trueno sonó en la distancia y la lluvia comenzó a caer sobre la agitada ciudad.
Lentamente, como si de tortugas se trataran, un montón de sombras andaban
dirigiéndose a quién sabe dónde, con una parsimonia espectacular. Cientos,
no, miles de ellos caminaban con paso irregular hacia la urbe y sólo dejaban a
su paso destrucción.
_____
Sally
miró a la derecha primero, luego a la izquierda. No había nadie. La lluvia caía
sin vacilación sobre el pavimento y producía un sonido amenazador. Salió del
edificio con paso indeciso, y miraba compulsivamente hacia atrás guardándose su
espalda. Nadie estaba a salvo esa noche, nadie estaría a salvo nunca.
Corrió
hacia la acera de enfrente y siguió
corriendo calle abajo hasta encontrar un callejón, en él un vehículo de la
policía se había estrellado contra una de las paredes. Sally se acercó lentamente.
-¿Hay
alguien? –dijo asustada. ¿Hola?
No
hubo ninguna respuesta, Sally siguió avanzando se acercó a la puerta del
acompañante y se asomó, allí dentro no había nadie, habría escapado, como
todos.
-Base
a unidad 3, base a unidad 3 –se escuchó por la radio del coche y Sally pegó un
pequeño grito. Y unos helicópteros sobrevolaron el lugar con grandes luces.
Sally miró hacia arriba pero ya se había marchado.
Cogió
el pequeño transmisor y pulsó el botón de hablar.
-Hola,
¿hola? –dijo al aparato nerviosa.
-Oficial
James, oficial James –dijo la voz a través del aparato.
Sally
volvió a apretar el botón de hablar.
-No
soy el oficial, soy ciudadana, estoy en peligro, el coche patrulla ha tenido un
accidente y el oficial no se encuentra en él –Sally habló tan deprisa que
apenas si se entendió ella.
-Oficial
James, hay intermitencias en la línea, utilice la línea 56.
Sally
no sabía usar el aparato y comenzó a dar a todos los botones que veía.
-¿Hay
alguien en la línea? Por favor, por favor…
La
puerta trasera que daba al callejón se abrió, un hombre vestido de policía salió
con el arma en ristre, salió lentamente y dirigiéndose a su coche. Dentro de él
vio a alguien, le apuntó con su arma.
-Sal
de mi coche ahora mismo, bestia inmunda.
De
dentro del coche se asomó Sally, asustada, con los brazos en alto.
-No
quería robarle el coche oficial, sólo quería pedir ayuda.
-¡Aléjate
de mi coche he dicho! –y mirando por el visor, bajó la palanca de seguridad con
intención de dispararle.
Y de
repente, un ruido tras la puerta por la que había salido el oficial, alguien
daba golpes tras ella. El oficial se despistó por un instante y Sally se
escondió tras el coche. La puerta del edificio se abrió y aparecieron una
docena de esa gente, de la que Sally estaba huyendo desde que se había
levantado esa lluviosa mañana. Rugían y movían la cabeza igual que si se
tratara de un tic nervioso, eran lentos pero eran muchos. Mientras el oficial
descargaba su cartucho de balas contra ellos, Sally revisó el interior del
coche en busca de un arma para poder defenderse, apresuradamente abrió la
guantera y encontró un hacha. La cogió por el mango y salió del coche huyendo
de aquel callejón mientras escuchaba los gritos de dolor del agente.
Un
virus se decía que tenían, un virus cuyo contacto te ponía en riesgo directo de
convertirte en uno de ellos, ya fuera
sanguíneo o por vía oral, estar a un radio de menos de dos metros te convertía
en uno de ellos. Eso es lo que emitían las radios de los coches patrulla que
daban vueltas a la ciudad dando la información a todos los urbanitas, al menos
hasta hacía unas horas, que de pronto todo había quedado en silencio excepto
por el sonido de la lluvia, y el sonido de ellos.
Ellos, pensaba Sally, cómo llamarlos
acertadamente sin caer en los tópicos, ¿no muertos? ¿zombies? Y qué sabía ella
de lo que se alimentaban si nunca se quedaba demasiado tiempo cerca de ellos. No, el problema de todo esto no
era la nominación a emplear, era de dónde había surgido todo esto. ¿Un
experimento científico?, tal vez. ¿Una
guerra bacteriológica? , no lo sabía, la información no detallaba si se estaba
produciendo en otros países. La única verdad era que como no tuvieras un arma
con la que defenderte o un buen escondite, estarías o muerto o en sus filas
antes de que saliera el sol.
Siguió
caminando, aprovechando las sombras de los coches que abarrotaban la vía, y de
pronto oyó un sonido, una música. Se asustó, miró a todas partes, el ruido no
cesó, y sintió una vibración en la cadera. Metió la mano en un bolsillo y sacó
un pequeño móvil, en su pantalla había una foto de una chica sacando la lengua,
atropelladamente Sally apretó el botón de descuelgue. Lo que menos quería era
que ellos la localizaran por la música. Se puso el móvil cerca de su oreja.
-¡Sally!,
te es (intermitencias) cando. (Intermitencias) en casa de (Intermitencias).
-¿Hola?
¿Janet? ¡No lo escucho!
-Sally
hacer (intermitencias) a (Intermitencias) de Josh. ¡Corre!
-¿A
casa de Josh? No lo he entendido, estoy en –y Sally escuchó el inconfundible sonido
de la llamada finalizada-. No, ¡no no no no no! –dijo abatida.
Puede
que si corría rápidamente lograra llegar en unos minutos, la casa de Josh no
estaba tan lejos después de todo. Y sosteniendo el hacha en una mano y el móvil
en la otra volvió sobre sus pasos y recorrió varias manzanas.
Cuando
llegó a la calle que buscaba, fue más silenciosa, para evitar que la siguieran.
Y cogiendo el hacha con las dos manos, entró en el edificio de apartamentos de
Josh. Accedió al tramo de las escaleras y comenzó a subir, en el rellano de la
primera planta había dos cadáveres tirados en el suelo boca abajo. Sally avanzó
muy despacio para no tocarlos, pasó sobre uno de ellos, y cuando fue a pasar
sobre el segundo, una mano le agarró el tobillo y la hizo caer. El segundo de
los cadáveres irguió la cabeza y emitió uno de los característicos sonidos de ellos, mitad aullido mitad sonido de
ahogo.
Sally
gritó y estiró su pie intentando desasirse. Viendo que no lo conseguía, hizo
fuerza con el otro pie en su clavícula, la cual se rompió y consiguió que la
soltara. Pese a la clavícula rota, se levantó y siguió acechando a Sally, ésta
ya se había levantado y blandía el hacha por encima de la cabeza. Descargó el
hacha sobre su cabeza con toda la fuerza que le fue posible a la vez que
gritaba, le abrió la cabeza de un tajo.
Al ver la sangre derramada Sally dio unos cuantos pasos hacia atrás
alarmada e intentó subir más escaleras mientras el cuerpo caía desmadejado al
suelo. Paró y miró el hacha, volvió sobre sus pasos y subió.
Cuando
ya estaba en el rellano del apartamento de Josh, vio la puerta abierta, con el
hacha en su mano derecha entró. El
comedor estaba revuelto, los sillones caídos y los cojines desplumados. Oyó
ruidos en el dormitorio, se acercó lentamente empuñando el hacha como
protección, apoyó la oreja y escucho voces. No parecían las voces de ellos,
asique lentamente y para no asustarles abrió la puerta y miró por una rendija.
Ninguno de los dos se había fijado en que la puerta estaba entre abierta, y
Sally escuchó la conversación que Josh y Janet estaban manteniendo.
-¿Crees
posible que Sally llegue hasta aquí? –preguntó Janet.
-No
tengo ni idea, pero sí tengo esperanzas. Tú has llegado hasta aquí pese a todo.
-Recemos
porque eso pase.
Y
Sally vio como Josh abrazaba a Janet para darle ánimos. Y escuchó el sonido de ellos, y Josh y Janet también, quienes
se percataron de que la puerta estaba entreabierta. Con ojos alarmados Sally se
dio la vuelta y vio entrar a uno de ellos,
era el otro cadáver con el que se había encontrado en el rellano, el que no se
había levantado ni la había agarrado del tobillo. Fue acercándose lentamente
mientras él emitía ese sonido que hacía que a Sally se le erizara el cabello, y
gritando ella como antes le hundió el hacha en el pecho y retrocedió, y al
retroceder cayó sobre uno de los sillones volcados. Él seguía en pie, como si apenas fuera un rasguño lo que le había
hecho Sally. Oyó un disparo y él antiguo-cadáver volvió a su lugar de origen,
cara al suelo. Sally se volteó y vio a Josh postrando un arma, la cual había
matado al hombre y que ahora le apuntaba a ella. Sally intentó incorporarse y
recibió un disparo en la pierna que la hizo aullar de dolor en el suelo. Sally
miraba a Josh mientras con una mano tapaba la herida de la pierna, su otra mano
suplicante pidiendo ayuda y cordura a Josh.
Éste
volvió a disparar, y esta vez fue un disparo a la cabeza. Sally dejó de emitir
aullidos y conservó en su mirada congelada la imagen de Josh apuntándole a la
cabeza.
-Pensaba
que lo conseguiría –dijo Janet afligida.
-Nadie
está a salvo del virus, ni siquiera nosotros. Hay que sacar los cadáveres.
Y
Josh y Janet arrastraron a los dos cuerpos al rellano, cerraron la puerta y se
atrincheraron de nuevo en el dormitorio.
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