Ese momento en el que el blanco y el negro hacen el amor. Se funden el uno con el otro. Son tan distintos pero una vez juntos, forman la mezcla más maravillosa del mundo. Endulzan lo amargo, pero también amargan lo dulce, casi como la vida misma. No se ven siempre. Pueden estar solos y pueden estar juntos. Cualquiera diría que se odian, como el azúcar y la sal; pero ellos se aceptan y se quieren, Dejan que el calor inunde la taza, formando uno solo que se posa en los labios de quien lo pide. Por la mañana, por la tarde, por la noche, sólo o en compañía... El café con leche siempre es el acompañamiento perfecto a una profunda conversación.
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