Existieron hace tiempo nuestros ojos encontrándose en el cosmos,
nuestras manos que a pesar de tener los mismos dedos fueron diferentes;
nos gestamos entre sueño y pesadilla para nacer lo mas cerca que se
pudo, tiramos los dados, sonrió la suerte; pudimos al final
encontrarnos. Nos mostramos los colmillos, nos des-hicimos, nos
alejamos, pero siempre volvíamos, llorando; riendo o en silencio...
siempre volveremos.
viernes, 30 de noviembre de 2012
miércoles, 28 de noviembre de 2012
CONCURSOS
Queridas bandidadictas, hoy os hablo para contaros lo fácil que es ganar libros a través de los diversos blogs que hay en la red.
Ayer mismo estuve mirando varios, y la verdad es que es muy fácil participar, ¿porqué no lo hacemos todos?
Eso sí, tienses que ser seguidor del blog que oferte regalos, y por otra parte seguirlos en twitter, en facebook, y otra serie de actividades, ¿te compensa?
A mí si, por eso participo en ellos, y desde aquí, humildemente te digo, ¿qué haces que no participas?
En el blog Cajón desastre V .I. se oferta un ejemplar de 'Tan Cerca' de Beth Ravis, clickando en el banner siguiente (que está también en el lateral derecho, el segundo)
Y sólo tienes que seguir las instrucciones que te pide, si no sabes como usar Rafflecopter, aquí te dejo un tutorial de cómo se utiliza Rafflecopter facilitado por el blog The Lovely Books (Gracias a Mary Ann♥ por tomarse la molestia de crear el tutorial).
TIENES HASTA EL 25 DE DICIEMBRE.
Si no queréis ese libro (porque os lo habéis leído, lo tenéis o no os gusta) está el concurso en el blog de Laberintos De Papel.
TIENES HASTA EL 25 DE DICIEMBRE.
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En el que el ganador podrá elegir un libro de entre una selección (entra a su blog y entérate mejor) por un valor no superior a 20 euros. TIENES HASTA EL 29 DE DICIEMBRE.
¿Quieres participar en "La búsqueda pirata"? Entra al blog de Perdidas Entre Páginas. y entérate de como participar. Embárcate en esta aventura, más de 30 libros están en juego, no te arrepentirás! TIENES HASTA EL 31 DE DICIEMBRE.
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Y sin nada más me despido bandidadictas.
La autora.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Océanos de tiempo
No puedo decir con toda seguridad de a quién pertenece esta cita, ni si es de algún libro, obra teatral o película. Lo único que sé es que llegó hasta mí (de manera anónima) y me gustó. El título que le he puesto a la entrada es de una cita de Drácula, de Bram Stoker.
“Hacía tiempo que no esgrimía mi añeja máquina de escribir y forjaba en un seco pergamino un triste hilo de pensamiento de sabor rancio y tiempo pretérito. Aun huelo al acerbo resabio a vida sosegada que dulcifica, como aire de almíbar ambarino de aroma aguamiel, mis pretendidas esperanzas de evolución y mi vehemente sed milenaria de origen cáustico, quizá protervo e infernal. Sed... sed... Desde hace siglos estoy vacío. Ningún objetivo, cero fanatismos, ausencia de creencias, soy el mejor en todo, pero no gano a nada... Ni siquiera en este ático de formas renacentistas y de vistas inalcanzables para una mente mortal puedo yo descansar como lo haría cualquier otro: Porque estoy maldito. Me ahogo en el rubor de un inconsciente ser ajado que se crispa en la noche, que bajo la impávida sombra de un bello astro, oh Luna, tu, Adonis del albor, transforma una vida social polimellada en el ostracismo temporal que escinde mi legítimo nacimiento, de la savia cosmopolita actual... Si, la trasforma a esto, a la lamentable esencia del errante macilento, un cazador noctívago que distingue sus víctimas (mártires de una endiablada necesidad abstrusa) en la noche y los atrapa. Suavemente les busco la muñeca y les encuentro el reloj, mientras la víctima, en un oscuro trance, disfruta del éxtasis, como en un deleite orgiástico oigo su acompasado corazón latir lascivo en un aparente rito sexual... No lo comprenden... No hay lujuria bajo mis labios, sólo muerte. En ocasiones, las exhortadas miradas perdidas de placer cobran la extraña voluntad de mirarme a los ojos, suelen ser esos últimos atisbos de terror los que me confunden con un virtuoso de la noche. No, damas y caballeros, igual de virtuoso soy bajo la irradiación solar que bajo la luminaria nocturna... Pero la gente como yo, la de arraigada idiosincrasia romántica y solitaria, prefiere la indolencia de la noche para llevar a cabo sus oscuros actos bajo las tinieblas y neblinas desprendidas del vaho noctámbulo... Arrogancia y buen gusto se resumen en mi serenata mortuoria. Y aun así es extraño. Si a alguno de vosotros preguntase qué soy erraría, tan seguro de ello estoy, que no os lo planteo. Diablo, vampiro o nosferatu, todas ellas tipificaciones inválidas. Fantasma de la substancia, alegoría algebraica de lo enigmático, ser divinamente insatisfecho de extraordinarias capacidades sobrenaturales. Condenado a no tener tiempo, fui desterrado del flujo del acontecer, y castigado a una sed temporal que me tortura cuando no la sacio... Vampiro de tiempo, espectro de lo efímero, demonio del divagar... Argos me llamaron, cómo lo hagáis vosotros, me es indiferente... Solo os gratifico el tiempo que me acabáis de ofrecer... No, no queráis entender porqué os lo robé de esta manera tan necia y absurda... No... Jamás comprenderéis el ahogo que inflige morir de necesidad, y no morir...”
“Hacía tiempo que no esgrimía mi añeja máquina de escribir y forjaba en un seco pergamino un triste hilo de pensamiento de sabor rancio y tiempo pretérito. Aun huelo al acerbo resabio a vida sosegada que dulcifica, como aire de almíbar ambarino de aroma aguamiel, mis pretendidas esperanzas de evolución y mi vehemente sed milenaria de origen cáustico, quizá protervo e infernal. Sed... sed... Desde hace siglos estoy vacío. Ningún objetivo, cero fanatismos, ausencia de creencias, soy el mejor en todo, pero no gano a nada... Ni siquiera en este ático de formas renacentistas y de vistas inalcanzables para una mente mortal puedo yo descansar como lo haría cualquier otro: Porque estoy maldito. Me ahogo en el rubor de un inconsciente ser ajado que se crispa en la noche, que bajo la impávida sombra de un bello astro, oh Luna, tu, Adonis del albor, transforma una vida social polimellada en el ostracismo temporal que escinde mi legítimo nacimiento, de la savia cosmopolita actual... Si, la trasforma a esto, a la lamentable esencia del errante macilento, un cazador noctívago que distingue sus víctimas (mártires de una endiablada necesidad abstrusa) en la noche y los atrapa. Suavemente les busco la muñeca y les encuentro el reloj, mientras la víctima, en un oscuro trance, disfruta del éxtasis, como en un deleite orgiástico oigo su acompasado corazón latir lascivo en un aparente rito sexual... No lo comprenden... No hay lujuria bajo mis labios, sólo muerte. En ocasiones, las exhortadas miradas perdidas de placer cobran la extraña voluntad de mirarme a los ojos, suelen ser esos últimos atisbos de terror los que me confunden con un virtuoso de la noche. No, damas y caballeros, igual de virtuoso soy bajo la irradiación solar que bajo la luminaria nocturna... Pero la gente como yo, la de arraigada idiosincrasia romántica y solitaria, prefiere la indolencia de la noche para llevar a cabo sus oscuros actos bajo las tinieblas y neblinas desprendidas del vaho noctámbulo... Arrogancia y buen gusto se resumen en mi serenata mortuoria. Y aun así es extraño. Si a alguno de vosotros preguntase qué soy erraría, tan seguro de ello estoy, que no os lo planteo. Diablo, vampiro o nosferatu, todas ellas tipificaciones inválidas. Fantasma de la substancia, alegoría algebraica de lo enigmático, ser divinamente insatisfecho de extraordinarias capacidades sobrenaturales. Condenado a no tener tiempo, fui desterrado del flujo del acontecer, y castigado a una sed temporal que me tortura cuando no la sacio... Vampiro de tiempo, espectro de lo efímero, demonio del divagar... Argos me llamaron, cómo lo hagáis vosotros, me es indiferente... Solo os gratifico el tiempo que me acabáis de ofrecer... No, no queráis entender porqué os lo robé de esta manera tan necia y absurda... No... Jamás comprenderéis el ahogo que inflige morir de necesidad, y no morir...”
viernes, 23 de noviembre de 2012
Capítulo 19: Quién dispara primero... #Bandida
Mientras caían al baúl las monedas que
Garrett había levantado, Biggs se acercó al baúl abierto. Se arrodilló delante
del baúl, y metió sus manos muy profundo, hasta los codos, asegurándose de que
las monedas de oro eran tangibles. Riendo, se acercó a cada uno de los baúles y
los fue abriendo. La expectación dio paso a la alegría de los hombres de Biggs.
En
total había diez baúles colmados de monedas de oro, que harían rico a un hombre
y su familia durante generaciones y generaciones. En los ojos de os hombres
brillaban la codicia, menos en los de Garrett, que miraba a Kate.
¿Garrett
sabía de esto? ¿Y por qué no me lo dijo? Kate permanecía olvidada en la
entrada de la sala. Los hombres se habían acercado a los baúles y extasiados
bailaban y cantaban alrededor de ellos víctimas de la felicidad. En su
frenético baile, a uno de los hombres se le cayó el arma de la cintura. Garrett
no los veía cantar ni bailar, en su mirada estaba Kate, y el sonido del arma
cayendo no le fue ignorado. Permaneció quieto, sin quitar la vista de la chica
y sin perderla tampoco del arma, por su vista panorámica.
Mientras los hombres seguían dando saltos y
dándose palmadas, Garrett, rápidamente cogió el arma del suelo y la escondió
dentro de su bota. Su movimiento no fue percibido. Volvió a mirar a Kate, que
estaba paralizada.
-¡Cuánto oro! ¡Somos ricos!
-¡Yehaaaaaaaaaaaaaaaa!-gritó uno de los
hombres.
-Vamos a necesitar varios hombres más para
sacar esto de ahí –confirmó Biggs, quién se dio cuenta de que Garrett y Kate
permanecían sin vigilancia.
-¡Eh, tú! –le dijo Biggs a uno de los
suyos- Vigílalos.
El hombre, molesto, se separó del oro y se
acercó a Kate, sujetándola fuerte del brazo, haciendo a esta protestar por el
dolor.
Garrett, viendo el rictus de dolor que
atravesaba la cara de Kate, dio un paso en su dirección, y el hombre le apuntó
con el arma.
-No des un solo paso más muchacho.
Volvió la cabeza, Biggs y los otros dos no
prestaban atención, tal vez si era rápido podría matar a dos antes de que se
dieran cuenta.
Rápidamente se agachó, sacando el revólver
y disparando certeramente al hombre que mantenía presa a Kate. Se dio la vuelta
y disparó a uno de los despistados y salió corriendo llevándose consigo a una
Kate lívida.
Corrieron, pasos a su espalda, disparos,
giros. Kate estaba mareada, el olor de pólvora en las galerías se hacía pesado
y le costaba respirar. Viendo el inminente desmayo, Garrett la cargó en su
espalda. Siguió corriendo. Al poco la luz de la entrada se hizo evidente.
Más disparos, uno que le atravesó el gemelo
derecho lo hicieron parar.
Apoyado en la pared, dio los últimos pasos
que le separaban de la salida, bajó a Kate, que al sentir el aire de fuera se
espabiló, y juntos bajaron la montaña rodeados de gritos de frustración y de
disparos.
Ya abajo, Garrett cogió dos caballos y
espoleó a los otros a que se fueran. Garrett ayudó a montar a Kate en uno, y
él, cuando estuvo sobre la silla de montar apremió a el caballo avanzar.
_________
EL FINAL ESTÁ A DOS CAPÍTULOS DE DISTANCIA, AYÚDAME A SUBIR LAS VISITAS DE MI BLOG, Y SUBIRÉ LOS CAPÍTULOS JUNTOS, SIN ESPERAS. CUANDO MI BLOG ALCANCE LAS 1500 VISITAS, SUBIRÉ LOS DOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS DE BANDIDA.
MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR BANDIDA, Y POR AYUDARME A CUMPLIR MI SUEÑO.
jueves, 22 de noviembre de 2012
La otra tarde
Porque no te llevastes toda la luz, quedó algo de luminosidad con la que poder avanzar. Ya no queda rastro alguno de tí en mí.
He sabido ser yo sin tí durante mucho tiempo, y lo puedo seguir haciendo. No te necesito. Aunque sé que tu me necesitas, pero como ya no somos nada, no te voy a ayudar. Yo sólo ayudo a mi gente, y en éste momento, tú no lo eres.
He sabido ser yo sin tí durante mucho tiempo, y lo puedo seguir haciendo. No te necesito. Aunque sé que tu me necesitas, pero como ya no somos nada, no te voy a ayudar. Yo sólo ayudo a mi gente, y en éste momento, tú no lo eres.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Copa de pensamientos
¿Porqué es todo tan complejo?
Qué más quisiera poder ceder a tus deseos sin que nada me importara, pero no es tan sencillo. Vivimos en un mundo en el que todos tenemos lazos, somos seres sociales, y nuestras conductas pueden dañar a otros.
Pero, ¿porqué?
¿La humanidad a perdido todo sentido y yo no puedo hacer lo que quiera? ¿Qué clase de vida es ésta?
Y mientras me agito incómoda en el duro asiento del diván, pienso que cualquier explicación es vana y sin fundamento.
Mi copa está vacía, ¿que tal otra copa de pensamientos?
Pero esta vez, sin hielos.
Qué más quisiera poder ceder a tus deseos sin que nada me importara, pero no es tan sencillo. Vivimos en un mundo en el que todos tenemos lazos, somos seres sociales, y nuestras conductas pueden dañar a otros.
Pero, ¿porqué?
¿La humanidad a perdido todo sentido y yo no puedo hacer lo que quiera? ¿Qué clase de vida es ésta?
Y mientras me agito incómoda en el duro asiento del diván, pienso que cualquier explicación es vana y sin fundamento.
Mi copa está vacía, ¿que tal otra copa de pensamientos?
Pero esta vez, sin hielos.
viernes, 16 de noviembre de 2012
Capítulo 18: El oro perdido #Bandida
Cuando la bajaron del caballo Kate iba
amordazada con un pañuelo.
Garrett había intentado convencerlos de que
liberaran a Kate, pero lo único que había conseguido en respuesta fue un
puntapié dirigido a su cara. La nariz aún le sangraba cuando le llevaron a las
cuevas.
La cara de Garrett había sufrido una
tremenda remodelación, varios moretones y labios hinchados acompañaban a una
cara molida a palos y cubierta de sangre seca. A Kate se le rompía el alma
verlo así, pero no podía hacer nada por evitarlo.
Varios hombres de Biggs, todos ellos
armados, habían iniciado la comitiva arrastrando el cuerpo desmadejado de
Garrett. Éste sentía que con cada paso que daba, se acercaba más a la muerte.
Lentamente, fueron ascendiendo, una vez
dentro de las cuevas soltaron a Garrett.
-Y ahora muéstranos el camino, y no pienses
en escapar, porque la mataremos, ¿has entendido?
Garrett asintió con la cabeza, y apoyándose
en las paredes, avanzó.
Todo el cortejo lo siguió entre los
vaivenes de los giros de las galerías. Cualquiera que no supiera dar los
quiebros y giros adecuados, podría perderse y no volver a salir nunca. Por
suerte para Garrett, se conocía muy bien cada recóndito lugar del que hasta
hace poco había sido su hogar. Y lentamente los condujo al centro de la
montaña.
Los pasos eran sus únicos compañeros en el
silencio, nadie hablaba. Kate era empujada por un cañón durante todo el
trayecto, se sentía cansada, y no creía que las piernas la sostuvieran por
mucho más tiempo. Tras varios giros más, Kate se sintió totalmente perdida,
todas las galerías parecían idénticas, le daba la sensación de estar en un
laberinto sin posibilidad de escape. ¿A cuánto más lejos estarían entrando?
Después de más de veinte minutos, Biggs
comenzó a desesperarse.
-¿Esto no será una triquiñuela para
despistarnos, no?
Garrett no contestó y siguió andando. Tras
dos quiebros más, se abrió ante ellos una gran sala, iluminada desde arriba por
un agujero perfectamente situado en el techo.
-Ya hemos llegado –dijo Garrett.
Ante ellos, varios baúles desperdigados,
todos cerrados y cubiertos absolutamente de polvo.
-Acércate y ábrelos –dijo Biggs.
Lentamente, al ritmo que le permitían sus
agarrotados miembros, Garrett fue hasta el centro de la sala, y abrió uno de
los baúles. Los rayos del sol que se colaban por el agujero en el techo
incidieron en el baúl y en lo que se encontraba en su interior.
Un fulgor brillante rodeó el baúl. Garrett
se agachó, y levantó varias monedas de oro para que Biggs y sus compinches lo
vieran.
-Están aquí.
______________________
SE QUE ESTOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS SON CORTOS... LO SIENTO.
GRACIAS POR ESTAR AHÍ SIEMPRE... EN SERIO, MUCHAS GRACIAS.
Y COMO YA DECÍA EN MI TWITTER (@Patry_hennet) EL FINAL ESTÁ YA CERCA....
viernes, 9 de noviembre de 2012
Capítulo 17: Consiguiendo respuestas #Bandida
-¿Qué? –exclamó sorprendido Garrett, su voz
llenó toda la estancia inmediatamente.
-No me hagas creer que no lo sabes –dijo Biggs.
Kate aún no salía de su asombro, ¿oro? ¿Eso
es lo que él quería? ¿Era por eso por lo que había atraído a toda esa gente
hasta aquí?
Las cuevas no estaban patas arriba, pero la
galería de almacenamiento sí estaba desordenada. ¿Acaso habían pensado que el
oro estaría allí? Estaba claro que la gente no tenía ni idea, pero ¿y Garrett?
-Así que, dime muchacho, ¿dónde está mi
oro?
Garrett seguía callado. No se podía saber
en qué estaba pensando.
-¡Dímelo! –y un puño estrelló contra la
cara de Garrett, el cual mantuvo la cabeza erguida.
-No estás muy dispuesto a hablar, ¿eh?
Biggs soltó el candil dejándolo en el suelo
y agarró a Garrett para asestarle más golpes, esta vez en el estómago. Garrett,
arrodillado en el suelo y escupiendo sangre sonreía.
Kate, sin poder moverse, y con las palabras
muertas en su boca, se mantuvo quieta.
Bigg le propinó unas cuantas patadas, y
Kate ya no se pudo callar.
-¡Déjalo! ¡Él no sabe nada! ¡No, no!
Pero Biggs no escuchaba, solo descargaba
golpes en el cuerpo de Garrett, mientras éste, tendido fláccido sobre el suelo,
luchaba por respirar.
Anticipándose a una nueva oleada de golpes
sobre Garrett, Kate fue hasta él y tapó su cuerpo interponiéndose. Biggs amagó
el golpe.
-Con que la hijita de Dilinger quiere su
ración, pues la vas a tener.
Atrapó a Kate y la llevó hasta la pared,
puso una de sus manos en su garganta y apretó firmemente.
-Ahora me vas a decir dónde está el oro, o
mato a esta putita.
Garrett levantó su cabeza todo lo que pudo,
con la idea de no ver lo que se estaba imaginando, y fue todo un fracaso. Biggs
mantenía la mano presionada en la garganta de Kate.
-Está bien, te lo diré –pero Biggs no
aflojó su mano, si no todo lo contrario- ¡Te lo diré! ¡Suéltala!
Y Kate resbaló por la pared hasta dar con
su cuerpo en el suelo, tosiendo y batallando por respirar.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Capítulo 16: La revelación #Bandida
Bajo el terrible sol del mediodía, todo el
mundo estallaba en carcajadas en el solar. Los niños corrían libremente de un
sitio a otro y saltaban y brincaban. Las mujeres intentaban mantener calmados a
los niños, éstos las esquivaban, volviendo a reír, incluso más fuerte.
Varios hombres rodeaban la muchedumbre,
todos ellos armados, pero en actitud relajada, disfrutando de la alegría que
los embargaba a todos.
A lo lejos, camuflados por unas cuantas rocas
altas y vegetación se encontraban Garrett y Kate. Ellos observaban la escena
impávidamente, sin decir ni una palabra, todo era demasiado sorprendente como
para llenar el silencio de palabras huecas.
Sí, la mayoría habían sobrevivido, mujeres,
niños y hombres incluidos. Se encontraban sanos y ¿felices? Se podría decir que
estaban colmados de ella, como si hubieran alcanzado el Nirvana. Risas, gritos de felicidad, parecía sacado de una utopía.
Kate y Garrett se miraban sin saber bien
qué decirse. Por un lado se alegraban de que estuvieran a salvo, pero ¿cuál
había sido el precio? ¿Acaso en sus hombros no pesaban la muerte de sus amigos
y hermanos? ¿Podría haber sido todo una estratagema? Ahora no cabía duda, lo
había sido, pero ¿con qué fin?
Mientras seguían observando la escena,
escucharon un par de pasos que venía de la maleza de sus espaldas. Rápidamente
Garrett empuñó su arma como única defensa, y oteó en la oscuridad.
De entre la sombra surgieron tres hombres
armados, las tres armas apuntaban derecho hacia sus corazones.
-Anda, ¡mira quién está aquí! –dijo uno de
los hombres.
-Pero si son de la banda de Dilinger
–respondió otro de ellos.
-Baja el arma, muchacho –Garrett reconoció
a esos hombres, formaban parte del séquito de Biggs.
Lentamente, Garrett dejó el arma en el
suelo, sin aspavientos, muy pausadamente, mientras observaba como los cañones
del arma lo miraban fijamente.
-Atadlos y lleváoslos ante Biggs –volvió a
decir rudamente.
Unas fuertes manos rodearon los brazos de
Katherine, la cual no paraba de forcejear con su agresor.
-Si no paras de moverte, te mataré, ¿me
oyes? –y sintió un cañón de un arma sobre su sien.
Hizo lo que le pidió, y se mantuvo quieta
mientras aquel hombre le ataba las manos.
Cuando ambos estuvieron fuertemente atados,
los sacaron del cobijo de las rocas. Mientras atravesaban el gentío, estos
retrocedían a su paso y bajaban las miradas avergonzados. Garrett enfrentaba
todas las miradas que podía llegar a interceptar de manera interrogadora. ¿Qué
había llevado a aquellas personas a la traición?
*****
Estaba oscuro y había humedad en el
ambiente.
Garrett y Kate estaban sentados en el
suelo, con su espalda apoyada en una pared. Aquello tenía pinta de ser una
mazmorra subterránea. Kate se apoyaba levemente en el brazo de Garrett en busca
de consuelo. No se veía nada, totalmente oscuro.
Un par de hombres sellaban la única salida,
no habría forma de salir. No tenían armas, y se encontraban atados de pies y
manos.
-¿Qué pasará con nosotros? –dijo
titubeantemente Kate.
-No lo sé –dijo Garrett, y sembró un par de
besos sobre la cabeza de Kate. Aún conservaba el delicioso aroma que le había
cautivado durante estos días, nunca se había dado cuenta de lo mucho que la
apreciaba. Pero ahora sí, y sabía que lo daría todo por ella.
Los hombres que tapaban la salida se
separaron, y de entre ellos surgió una luz. Una llama que se iba acercando y
hacía escocer los ojos de Garrett y Kate. Llevaban unas cuantas horas
encerrados sin ver la más mínima rendija de luz, y esa llama vacilante le
provocaba terribles dolores.
Una vez acostumbrados a la tenue luz,
abrieron los ojos y se encontraron cara a cara con Biggs.
-¡Qué alegría la mía! – dijo Biggs sin
ocultar una sonrisa torcida– Jamás había tenido invitados tan ilustres.
-¿Y mi hermana y mi padre? ¿Dónde están?
-Empiezas fuerte chiquilla.
-¿Dónde están? –insistió Katherine.
-Tu padre, como ya habrás imaginado, muerto
–una losa se precipito en el corazón de Kate.
-¿Y mi hermana? ¿Dónde está Maggie?
–preguntó cautelosamente.
-¿Tu hermana? Sana y salva, junto al resto
de los niños.
Kate no sabía si creerle, y a falta de más
datos, decidió acogerse a esa versión.
Biggs comenzó a pasear por la estancia,
como si de un rey en la corte se tratara.
-Me alegro tanto de tener aquí a la hija de
Dilinger y a su manos derecha –se jactó Biggs -, me siento muy complacido por
su visita.
Garrett no le quitaba el ojo de encima. Lo
único con lo que había entrado en ese cuartucho era con un candil, ni rastro de
un arma.
Como si pareciera que le estuviera leyendo
la mente, Biggs levantó su palma izquierda.
-No llevo ningún arma, si es eso lo que te
preocupa. Para eso están ellos –dijo señalando a los hombres que volvían a
bloquear la salida.
El silencio los rodeó, ni Garrett ni Kate
tenían nada que decir, pero Biggs volvió a romperlo.
-¿No os
preguntáis qué hacéis aquí? –el silencio volvió a cubrirlo todo- Está
bien, os lo diré. Hace ya tiempo, algo se me perdió, mejor dicho, me robaron –Biggs
enfatizó sobremanera esta última palabra-. Se sufre mucho cuando se pierde algo
que se quiere, ¿no es así?- Y su mirada fue directa a Kate, sin parpadear.
Kate sentía la boca seca, sabía de qué
estaba hablando. Su madre era su terrible pérdida, por mucho que su actuación
hiciera sufrir a su familia, no podía
por menos que amar el recuerdo de su madre.
-Y
desde entonces no hago más que buscarlo. Hace más de veinte años yo
tenía un camarada, un compañero que me seguí en todas mis aventuras. Entre él y
yo saqueamos uno de los trenes de carga del banco más importante al lado sur de
este maldito país. Sí, éramos invencibles –en los ojos de Bigg se veía la bruma
del recuerdo-. Y de ello ¿qué conseguí? Solamente traición y más traición.
La voz de Biggs era dura y emocionada,
verdaderamente sentía lo que decía. Bajo la luz del candil la cara de Biggs era
martirizada, y la expresión cautelosa de Garrett hacía pensar a Kate que tal
vez supiera de lo que estaba hablando, sólo tal vez.
-Cuando me quise dar cuenta, el botín
desapareció, y con él mi gran amigo y el amor de mi vida. Juntos, me
traicionaron y no me dejaron más que dolor.
Kate sintió un estremecimiento. Creía a
Biggs, su historia casaba con lo que ella sabía al respecto de la sombra de la
muerte que se cernía con su familia, pero ¿sería cierto? ¿Realmente su padre
empezó con todo aquello por ambición?
Llevándose las dos únicas posesiones de Biggs le llenó de furia, su padre había
sido el que propiciara todo aquello. Su querido padre.
-Pero hace un tiempo recuperé a uno de los
dos, mi tierno amor.
Sí, no había duda, Biggs hablaba de su
madre.
Su madre, la que le dio la vida a ella y su
hermana, y luego huyó a los brazos del enemigo. Aún recordaba las tardes frente
al espejo, y la suavidad con la que su madre le peinaba. Reían y se abrazaban.
-Y ahora quiero lo que es mío y me
pertenece. El oro es lo que requiero de vosotros ahora, escupid su paradero y
me encargaré de que tengáis una bonita tumba para que vuestra gente os puedan
llorar y llevar flores.
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