Bajo el terrible sol del mediodía, todo el
mundo estallaba en carcajadas en el solar. Los niños corrían libremente de un
sitio a otro y saltaban y brincaban. Las mujeres intentaban mantener calmados a
los niños, éstos las esquivaban, volviendo a reír, incluso más fuerte.
Varios hombres rodeaban la muchedumbre,
todos ellos armados, pero en actitud relajada, disfrutando de la alegría que
los embargaba a todos.
A lo lejos, camuflados por unas cuantas rocas
altas y vegetación se encontraban Garrett y Kate. Ellos observaban la escena
impávidamente, sin decir ni una palabra, todo era demasiado sorprendente como
para llenar el silencio de palabras huecas.
Sí, la mayoría habían sobrevivido, mujeres,
niños y hombres incluidos. Se encontraban sanos y ¿felices? Se podría decir que
estaban colmados de ella, como si hubieran alcanzado el Nirvana. Risas, gritos de felicidad, parecía sacado de una utopía.
Kate y Garrett se miraban sin saber bien
qué decirse. Por un lado se alegraban de que estuvieran a salvo, pero ¿cuál
había sido el precio? ¿Acaso en sus hombros no pesaban la muerte de sus amigos
y hermanos? ¿Podría haber sido todo una estratagema? Ahora no cabía duda, lo
había sido, pero ¿con qué fin?
Mientras seguían observando la escena,
escucharon un par de pasos que venía de la maleza de sus espaldas. Rápidamente
Garrett empuñó su arma como única defensa, y oteó en la oscuridad.
De entre la sombra surgieron tres hombres
armados, las tres armas apuntaban derecho hacia sus corazones.
-Anda, ¡mira quién está aquí! –dijo uno de
los hombres.
-Pero si son de la banda de Dilinger
–respondió otro de ellos.
-Baja el arma, muchacho –Garrett reconoció
a esos hombres, formaban parte del séquito de Biggs.
Lentamente, Garrett dejó el arma en el
suelo, sin aspavientos, muy pausadamente, mientras observaba como los cañones
del arma lo miraban fijamente.
-Atadlos y lleváoslos ante Biggs –volvió a
decir rudamente.
Unas fuertes manos rodearon los brazos de
Katherine, la cual no paraba de forcejear con su agresor.
-Si no paras de moverte, te mataré, ¿me
oyes? –y sintió un cañón de un arma sobre su sien.
Hizo lo que le pidió, y se mantuvo quieta
mientras aquel hombre le ataba las manos.
Cuando ambos estuvieron fuertemente atados,
los sacaron del cobijo de las rocas. Mientras atravesaban el gentío, estos
retrocedían a su paso y bajaban las miradas avergonzados. Garrett enfrentaba
todas las miradas que podía llegar a interceptar de manera interrogadora. ¿Qué
había llevado a aquellas personas a la traición?
*****
Estaba oscuro y había humedad en el
ambiente.
Garrett y Kate estaban sentados en el
suelo, con su espalda apoyada en una pared. Aquello tenía pinta de ser una
mazmorra subterránea. Kate se apoyaba levemente en el brazo de Garrett en busca
de consuelo. No se veía nada, totalmente oscuro.
Un par de hombres sellaban la única salida,
no habría forma de salir. No tenían armas, y se encontraban atados de pies y
manos.
-¿Qué pasará con nosotros? –dijo
titubeantemente Kate.
-No lo sé –dijo Garrett, y sembró un par de
besos sobre la cabeza de Kate. Aún conservaba el delicioso aroma que le había
cautivado durante estos días, nunca se había dado cuenta de lo mucho que la
apreciaba. Pero ahora sí, y sabía que lo daría todo por ella.
Los hombres que tapaban la salida se
separaron, y de entre ellos surgió una luz. Una llama que se iba acercando y
hacía escocer los ojos de Garrett y Kate. Llevaban unas cuantas horas
encerrados sin ver la más mínima rendija de luz, y esa llama vacilante le
provocaba terribles dolores.
Una vez acostumbrados a la tenue luz,
abrieron los ojos y se encontraron cara a cara con Biggs.
-¡Qué alegría la mía! – dijo Biggs sin
ocultar una sonrisa torcida– Jamás había tenido invitados tan ilustres.
-¿Y mi hermana y mi padre? ¿Dónde están?
-Empiezas fuerte chiquilla.
-¿Dónde están? –insistió Katherine.
-Tu padre, como ya habrás imaginado, muerto
–una losa se precipito en el corazón de Kate.
-¿Y mi hermana? ¿Dónde está Maggie?
–preguntó cautelosamente.
-¿Tu hermana? Sana y salva, junto al resto
de los niños.
Kate no sabía si creerle, y a falta de más
datos, decidió acogerse a esa versión.
Biggs comenzó a pasear por la estancia,
como si de un rey en la corte se tratara.
-Me alegro tanto de tener aquí a la hija de
Dilinger y a su manos derecha –se jactó Biggs -, me siento muy complacido por
su visita.
Garrett no le quitaba el ojo de encima. Lo
único con lo que había entrado en ese cuartucho era con un candil, ni rastro de
un arma.
Como si pareciera que le estuviera leyendo
la mente, Biggs levantó su palma izquierda.
-No llevo ningún arma, si es eso lo que te
preocupa. Para eso están ellos –dijo señalando a los hombres que volvían a
bloquear la salida.
El silencio los rodeó, ni Garrett ni Kate
tenían nada que decir, pero Biggs volvió a romperlo.
-¿No os
preguntáis qué hacéis aquí? –el silencio volvió a cubrirlo todo- Está
bien, os lo diré. Hace ya tiempo, algo se me perdió, mejor dicho, me robaron –Biggs
enfatizó sobremanera esta última palabra-. Se sufre mucho cuando se pierde algo
que se quiere, ¿no es así?- Y su mirada fue directa a Kate, sin parpadear.
Kate sentía la boca seca, sabía de qué
estaba hablando. Su madre era su terrible pérdida, por mucho que su actuación
hiciera sufrir a su familia, no podía
por menos que amar el recuerdo de su madre.
-Y
desde entonces no hago más que buscarlo. Hace más de veinte años yo
tenía un camarada, un compañero que me seguí en todas mis aventuras. Entre él y
yo saqueamos uno de los trenes de carga del banco más importante al lado sur de
este maldito país. Sí, éramos invencibles –en los ojos de Bigg se veía la bruma
del recuerdo-. Y de ello ¿qué conseguí? Solamente traición y más traición.
La voz de Biggs era dura y emocionada,
verdaderamente sentía lo que decía. Bajo la luz del candil la cara de Biggs era
martirizada, y la expresión cautelosa de Garrett hacía pensar a Kate que tal
vez supiera de lo que estaba hablando, sólo tal vez.
-Cuando me quise dar cuenta, el botín
desapareció, y con él mi gran amigo y el amor de mi vida. Juntos, me
traicionaron y no me dejaron más que dolor.
Kate sintió un estremecimiento. Creía a
Biggs, su historia casaba con lo que ella sabía al respecto de la sombra de la
muerte que se cernía con su familia, pero ¿sería cierto? ¿Realmente su padre
empezó con todo aquello por ambición?
Llevándose las dos únicas posesiones de Biggs le llenó de furia, su padre había
sido el que propiciara todo aquello. Su querido padre.
-Pero hace un tiempo recuperé a uno de los
dos, mi tierno amor.
Sí, no había duda, Biggs hablaba de su
madre.
Su madre, la que le dio la vida a ella y su
hermana, y luego huyó a los brazos del enemigo. Aún recordaba las tardes frente
al espejo, y la suavidad con la que su madre le peinaba. Reían y se abrazaban.
-Y ahora quiero lo que es mío y me
pertenece. El oro es lo que requiero de vosotros ahora, escupid su paradero y
me encargaré de que tengáis una bonita tumba para que vuestra gente os puedan
llorar y llevar flores.
Saldrán de esta verdad?? Estoy extremadamente intrigada!!!! Por cierto me tienes que ayudar a colocar tu banner. No me sale :(
ResponderEliminarSi estás intrigada, eso significa que estoy haciendo bien mi trabajo.. XD
EliminarLo del banner estoy mirándolo todavía, porque sé que hay ciertos tipos de textos en los que puedo poner el código del banner sin que se cambien... Ya te avisaré.