Vuelve el calor lacerante,
lamiendo cada uno de sus rincones. Kate despierta, envuelta completamente en
sudor agonizante. Está sola, en la improvisada cama no hay nadie más que
ella. Es imposible decir si es todavía
de noche o ya ha salido el sol.
Kate se levanta y se dirige al
lago, suaves ondas de agua fresca la reciben
y ella ahoga un gemido ante la sensación. Unos minutos en el lago son
suficientes para eliminar el sudor de su cuerpo y la sangre que se acumulaba en
sus muslos. Cuando sale, está seca, es increíble la cantidad de calor que hace
ahí dentro.
Lentamente busca su
vestido. Cuando lo lleva puesto, coge
las botas y sale de la cueva.
Fuera estaba oscuro, y corre
una ligera brisa muy agradable, totalmente opuesta al calor pulsante del
interior. Mientras camina vienen a su mente los recuerdos de la noche pasada.
El tacto de Garrett bajo sus palmas, la mirada de adoración que él le
profesaba, la quietud con la que él exploraba
su cuerpo. Kate sintió todas esas sensaciones, y las sentía ahora de nuevo al
recordarlas. ¿Qué significaba eso? Lo que
pasó anoche, ¿nos convierte a Garrett y a mí en algo?, pensaba Kate
mientras espiaba entre los árboles, incapaz de atravesar el bosque por miedo a
perderse.
De entre los árboles Garrett
salía cargando un animal, Kate se estremeció ante su mirada. Garrett tenía los
labios fruncidos, preocupación se leía en su rostro, a Kate le desapareció la
sangre del rostro, estaba lívida. Mientras él se acercaba, Kate pudo saber que
animal cargaba, era un ciervo.
-Pensaba que seguirías dormida
- dijo Garrett mientras fruncía el ceño.
Garrett había envejecido diez años desde la noche anterior, se veía
tenso.
Kate se encontraba perdida, el
gesto de Garrett no era nada común en él. Mientras descargaba el pesado cuerpo
del animal, Kate pudo verlo cansado y tenso. Los músculos de sus brazos se
contraían por el movimiento, y unas perlas de sudor lo recubrían.
Cuando Garrett volvió a mirar a
los ojos de Kate ya no tenían la dureza de antes, eran más cálidos pero
cautelosos.
-Vamos –dijo él -, cargaré el
ciervo en mi caballo y se lo llevaremos a Aisleen.
Dicho esto Garrett bajó la
mirada, eludiendo los ojos de Kate y se giró, de vuelta al bosque.
-Espera –dijo. Viendo que él no
hacía ningún intento de detenerse, Kate gritó - ¡Espera!
El eco hizo multiplicar su voz
a través de todo el bosque, e hizo que Garrett se detuviera, y Kate pudo
observar en sus ojos una oleada de tristeza, que rápidamente fue sustituida por
furia. Fue hasta ella y la agarró por los hombros.
-¿Qué crees que estás haciendo?
–la respiración de Garrett era rápida, acompasada por las respiraciones de
Katherine, que ahora estaba asustada.
La mirada de Kate iba de
Garrett a sus manos, mientras las retorcía y bajaba la cabeza, las manos que
Garrett sostenía muy duras sobre sus hombros se deslizaban y perdían su agarre.
La estaba soltando cuando le dijo- No quería gritarte –en su voz destilaba
agonía-, ni en lo más profundo del bosque estamos seguros. No es como si
supiera si nos han seguido, pero es mejor ser cautos.
Y dicho esto él se dio la
vuelta y siguió a delante. Kate le siguió, aumentando el ritmo de sus pisadas
para no quedarse atrás. En menos de lo que le pareció a Kate, Garrett llegó
hasta el caballo, el cual relinchó de puro contento.
Palmeando su cabeza lo desató
de su amarre y lo condujo en dirección contraria, de vuelta.
En el borde de la cueva había
un gran pilón, rebosante de agua, el caballo se dirigió hasta allí, mientras
Garrett buscaba de entre las alforjas que el caballo llevaba.
Kate esperó a que Garrett
cargara el pesado ciervo en el caballo para andar a su lado, hacia Aisleen.
No podía imaginarse ni por un
instante qué era lo que hacía que Garrett mantuviera una actitud tan distante
con ella. ¿Fue la noche anterior? No, se
dijo a sí misma. La noche pasada no pudo
ser más perfecta de habérselo propuesto, pero ¿qué era lo que pasaba por su
mente? ¿Por qué el trato tan duro? ¿Qué he hecho?
Mientras seguía caminando,
cabizbaja, sólo podía escuchar los pasos acompasados de Garrett, el caballo y
ella, pero ¿y los pájaros? ¿No había animales en ese bosque silencioso? Apenas
hace un día creía que el bosque era muy peligroso, y que en él no había vida.
Aisleen había estado viviendo aquí por muchos años, si ella lo había
conseguido, sería porque hay alguna fuente de alimentos. Al menos había un
ciervo.
Mientras que el sonido
cadencioso de las pisadas sobre las hojas caídas los envolvía, el sol llegaba a
su cenit, lo que hacía que Katherine se sintiera exhausta. ¿Por cuánto tiempo más vamos a seguir andando?
Y en ese momento, como salido
de un espejismo encontraron la tienda de Aisleen, totalmente camuflada a su
alrededor por todo tipo de plantas, árboles y musgo. Le hubiera sido imposible
encontrarla.
Garrett descargó el ciervo,
dejando que el caballo descansara a un lado de la tienda. Al ruido de pasos,
Aisleen salió de su hogar y los recibió con una sonrisa. Kate era incapaz de
colocar una sonrisa de vuelta, pero hizo el intento, que se convirtió en un
fruncido de labios. A pesar de los gestos serios, Aisleen no abandonó su cálida
sonrisa, y los invitó a entrar, no sin antes darle las gracias a Garrett por
tan magnífica caza.
-Hace tiempo que no me alimento
como debería, mi cuerpo está cansado para la caza, así que me alimento
básicamente de frutas y verduras.
Mientras entraba, Kate volvió a
notar el inconfundible sonido del crepitar del fuego. Se sentía acogida y
segura, mucho más de lo que había sentido en su antiguo hogar, las cuevas.
Aisleen le dio a Garrett una
cesta de alimentos, él salió de la tienda para alimentar al caballo, y Kate se
quedó a solas con la anciana.
-Veo que no están de muy buen
humor de mañana –dijo Aisleen sonriendo, como si disfrutara de un buen chiste.
Mientras atenazaba el fuego
para que siguiera encendido, la invitó a sentarse.
-Con ese ciervo tendré comida
para unas semanas, es un buen muchacho.
Kate, que había empezado a
vagar por la habitación con su mirada se detuvo en los ojos de Aisleen, que la
miraban inquisitivamente.
-¿Pasaron la noche bien?
El recuerdo contagioso de la
noche anterior le hizo enrojecer los pómulos.
-Sí –dijo Kate tímidamente.
La anciana volvió a sonreír,
como si con eso se mostrara de acuerdo con su afirmación, como si conociera
todos los detalles. Ese pensamiento hizo enrojecer más las mejillas de Kate, he
hizo aparecer una sonrisa en su rostro, la cual no había podido hacer aparecer
antes.
Garrett volvió a entrar, miró a
Kate, su mirada se relajó, ahora ya no estaba enfadado, sino simplemente serio.
Aisleen les sirvió un par de
cuencos con fruta. Ellos comieron ávidamente.
-Voy a despedazar al ciervo
–dijo mientras salía.
Garrett hizo el amago de
levantarse a ayudarla.
-No hace falta muchacho, me las
sé arreglar sola.
Y diciendo esto, salió
dejándolos solos, el uno con el otro.
Kate no dejó de mirar su cuenco,
aún cuando estaba ya vacío. Garrett estaba frente a ella, pero no quería mirarlo,
no cuando no sabía de qué humor estaba ni el qué lo había provocado. Si tal vez
las cosas fueran diferentes, si no se encontraran en esta situación, la noche
anterior hubiera significado algo entre los dos. Era confuso no saber a lo que
te ibas a enfrentar al día siguiente, era imposible estar seguro de nada, y
mucho menos de ti.
Entre ellos no había palabras,
ni siquiera miradas, sólo se escuchaba el lejano sonido del despiece que
Aisleen hacía. Rítmicamente, pulsantemente, como el latido de un corazón.
Este silencio se hacía
piedra en su pecho, la oprimía. Creaba un espacio entre ellos que la noche
anterior no había estado, ¿qué había pasado? Anoche todo fueron caricias, besos
y amor, y sobre todo pasión, ¿qué les estaba pasando? ¿Acaso no había
significado nada para él?
Lentamente Katherine levantó su
cabeza y se enfrentó a su mirada.
*****
La cara de Kate era roja, de un
color carmesí, como si estuviera conteniendo el aliento.
-¡Voy a ir, quieras o no! –La
voz de Kate rasgaba el aire, sonaba furiosa, pero sobre todo sonaba testaruda.
-No. –La negativa de Garrett
era tajante, no daba lugar a dudas, no quería que Kate le acompañara.
Cuando Garrett salió por la
puerta, Kate tomó una decisión, era drástica, podía ser dañina para ella, pero no
le quedaba otra.
-¡Si no me voy contigo, me iré
sola! –y cuando terminó de decir estas palabras avanzó por donde había salido
Garrett antes de ella, dejándolo atrás y atravesando la línea de árboles que se
extendía a su alrededor.
-¿A dónde vas? –dijo Garrett,
que estaba paralizado.
-¡A buscar a mi familia!
Kate estaba decidida a ello, no
se quedaría resguardada en el bosque mientras Garrett arriesgaba su vida por
salvar a su gente. ¿Acaso piensa que me
podría quedar de brazos cruzados?
Siguió andando, sin escuchar
los pasos a su espalda, ignorando la mano que se cernía en su codo y la instaba
a parar. Intentaba zafarse de la mano de Garrett que la sostenía, se retorció y
retorció y lo único que consiguió fue sentirse frustrada. Las lágrimas de rabia
que había intentado mantener dentro de sí se vieron ahora liberadas ante la
impotencia de no poder liberarse de su agarre. Cuando cedió, Garrett la volteó
y agarró su cara acunándola en sus manos.
Kate sentía la piel de Garrett,
era suave, pero a la vez rugosa, tenía las manos grandes y cálidas, fuertes.
-Entiende que no quiero que te
expongas al peligro –dijo Garrett mirando a Kate.
Kate veía a Garrett por debajo
de sus lágrimas, no lograba a verlo nítidamente.
El pulgar de Garrett secó una
de las lágrimas que resbalaba por el rostro de Katherine.
Haciendo un esfuerzo, Kate
tragó el nudo de su garganta.
-No puedo quedarme aquí, no
mientras… -la voz de Kate se rompía- no puedo quedarme, debo ir.
Mientras Garrett limpiaba su
cara de sus lágrimas, apoyó una de sus manos en la barbilla de Kate, que
temblaba.
-De acuerdo –dijo, y los ojos
de Kate se encendieron-, pero sólo con una condición.
Kate asintió con la cabeza,
fuera lo que fuera lo cumpliría. No quería quedarse escondida mientras toda su
gente corría peligro. ¿Estarían todos muertos?
-Haz lo que te pida. No me
desobedezcas –la mirada de Garrett era dura, no cabía en Kate ninguna duda de
que le haría caso.
Lentamente asintió con la
cabeza y juntos, se pusieron en camino.
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Y éste es el capítulo 13 de #Bandida, espero que al igual que los otros 12 capítulos anteriores, éste les haya gustado.
Me despido, no sin desear felicidad a todas las Pilares, y un fuerte abrazo a mis lectores.
¡Muchas gracias! Juntos hemos pasado de las 700 visitas al blog.
Gracias por seguir confiando en #Bandida, y un saludo!!
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