Sólo había conseguido servir a dos hombres, los mismos
que estaban cuando ella llegó, que no pararon de beber hasta que la noche lo invadió
todo y se marcharon.
Un pan duro y un poco de queso obtuvo por recompensa, no
estaba mal, considerando lo que había comido en los últimos días.
-Hasta que no recibamos ingresos no podremos darte algo
mejor que llevarte a la boca –le dijo Ágata, la esposa, cocinera y mujer del
dueño del hostal.
-Por hoy es suficiente. –dijo Kate con una media sonrisa
que empezaba a estar cansada.
Subió a su habitación y se recostó. Miraba al techo, pero
por muy cansada que estuviera, no cerraba los ojos. Se sentó sobre el jergón y
cogió unas hojas que tenía amontonadas en el tocador, y con su pluma empezó a
relatar su historia, la que le quemaba en las manos, necesitaba escribirla para
poder descansar.
Kate tragó saliva, y respirando hondo rasgó el papel con
la pluma.
>>Nunca he
sido de las que ha pensado que el azar ha tenido algo que ver en la vida de las
personas. Más bien pienso que el recorrido de una persona ha estado escrito
desde hace ya mucho tiempo, mucho antes de que los humanos anduviéramos por
estas tierras.
Me llamo Katherine,
mi apellido importa poco, aquí lo único que importa es mi historia. Hace tiempo
que quería relatar mi historia, me hormigueaban los dedos de la necesidad de
hacerlo.
Eran tiempos
difíciles, la revolución había llegado al nuevo mundo, y yo, como todos en
éstas malditas tierras, sentía miedo. ¿Qué nos podía traer la renovación? En el
sur siempre ha habido problemas. La esclavitud está muy arraigada, tanto como
los árboles que crecen hundiendo sus raíces en el suelo vivo bajo el sol. Los indios
tratan de recuperar sus terrenos, los mismos que los colonos proclamaron como
suyos, llevando a los indígenas a vivir escondidos entre las montañas.
Y en éste clima de
sometimiento, estábamos el resto de los pobladores, los cuales nos encontrábamos
en medio de todo este lío. Debido a estos problemas, empezaron a surgir
creencias de que en nuestras colinas bañadas por los ríos, se encontraba la
mayor concentración de oro habida y por haber.
Y también surgieron
aquellos que tenían como propósito el hacer la mayor recaudación posible a
prueba de disparos.
Entre ésos me
encontraba yo.<<
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