jueves, 30 de agosto de 2012

Capítulo 6: La culpa #Bandida



 De regreso a las cuevas fortificadas, todos permanecían en silencio, aquella “pequeña aventura”  les había costado tres hombres y la huída de Biggs.
 Kate montaba en el mismo caballo que su padre, éste había pensado que era el lugar más seguro para ella. A su lado cabalgaban el resto de sus hombres, los cuales portaban los cuerpos de los suyos.
Garrett cabalgaba cabizbajo, había recibido de lleno la furia de Dilinger y ahora le goteaba sangre de la nariz.

>>-¡Eres un completo inútil! ¿Cómo se te ocurre traer a mi hija aquí?
-No fue culpa mía, ella se escapó y yo…
Y antes de que Garrett acabara esa frase Dilinger descargó su puño contra su nariz.<<

Katherine se sentía culpable, tanto de las muertes de los hombres, como de la nariz sangrante de Garrett. Se lo había explicado a su padre, fue decisión propia. Pero su padre era terco y no atendía a razones y había degradado a Garrett a ser el vigilante de las cuevas fortificadas y de todas las mujeres y niños que allí se encontraban, dejaría de ser uno de los bandidos para ser un vigilante. Por eso cabalgaba cabizbajo, por eso estaba callado.

Cuando llegaron, las gentes los recibieron como a héroes, ellos se encargaban de conseguir dinero y comida para vivir, los consideraba héroes. Uno a uno fue ovacionado, y todos gritaron y aplaudieron su regreso.
Desmontaron y empezaron a descargar los víveres que habían conseguido. Kate fue hasta donde estaban los niños buscando a su hermana, cuando la encontró la aupó y se la llevó a su padre, que la cogió y abrazó casi con más veneración que a ella.
-Y ahora, ve a que te curen esa herida.
-No es nada papá, es solo un rasgu…
-Ve, ahora mismo –y sonó el Dilinger autoritario, -¡Garrett! –llamó-, cúrala.
Garrett, que estaba llevando a los caballos a su lugar, le cedió los estribos al primer hombre que paso, y cogió del brazo a Kate para llevarla a un sitio tranquilo donde poder curarla.
Por mucho que a Dilinger no le gustara ver a su hija con aquel hombre, no podía poner objeción, puesto que Garrett era considerado el mejor curandero. Así que los dejó un rato en paz, mientras besaba a su hija pequeña.

El camino era tenso, y ninguno de los dos hablaba, él porque el peso de la culpa impuesta no le dejaba, y ella porque el peso de la culpa autoimpuesta no se lo permitía.
Cuando llegaron a la tinaja, él la soltó y le ordenó que se sentara, ella obedeció y esperó a sentir las manos de Garrett en su herida para hablar.
-Lo siento –dijo avergonzada.
Garrett no admitió ningún sonido, ni hubo cambios en su expresión concentrada.
-Ha sido culpa mía, y lo siento, pero tenía que ir, ¿comprendes? ¡Ay!
Y Garrett sonrió.
-Si no te callas te voy a hacer daño.
Él siguió curándole la herida, cuando hubo terminado, dijo:
-Sé que creías que tenías que hacerlo –y la miró con gesto grave-, pero no debías, ya sabes que en medio de una expedición no hay cabida a un ataque de impulsividad. Nos ha costado la vida de tres hombres más, muertes que se podían haber evitado.
-Lo sé admitió tristemente Kate.
-Ahora todo el mundo se empezará a preguntar si tú vas a seguir los pasos de tu madre.
Aquellas palabras dolieron tanto a Kate, que se preguntó si Garrett no lo diría sólo para fastidiarla.
-Eso es un golpe bajo, y lo sabes.
-Sí, lo sé. Pero parece la única manera de hacerte ver la inmensidad de lo que has hecho Kate.

Todo el mundo se acordaba de lo que su madre había hecho, pero ¿por qué creían que ella seguiría sus pasos? Ella no era como su madre, jamás lo sería.
Y ahora les había dado un motivo a esos malnacidos muertos de hambre para que creyeran que estaba por la labor. Era difícil ser la hija de una traidora, y eso le pasaba factura todos los días de su vida. Cada movimiento era observado y analizado en busca de coincidencias, nunca estaba segura de dar un paso sin que nadie la juzgara. Y eso se había convertido en la gran tara de su vida, nadie le daba una oportunidad por los pecados que su madre había cometido antes de ella, y eso no era justo. No, no lo era.
En sus diecisiete años de vida había visto la tristeza de ser quien era, sin poder elegir, porque su madre había elegido por ella. Por ella y por todos.

*****


Muchas gracias a todos aquellos que habéis entrado en mi blog y os habéis enganchado a mi historia, espero que os guste y sigáis visitando este blog.

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