Kate espoleaba al caballo,
sentía el sol sobre ella quemándole la cara, había olvidado coger un sombrero,
había olvidado muchas cosas. Había olvidado la regla de oro de los bandidos, no
volver sobre los pasos, JAMÁS.
Ensimismada en sus
pensamientos, no percató de que alguien la seguía.
Cuando ya había cabalgado
durante horas, se dio cuenta de que había recorrido ya dos tercios de la
distancia. Su padre se encontraba a kilómetros del refugio, habían partido tres
expediciones en busca de botines con los que poder comer, y desde entonces,
sólo había regresado una expedición, y era la de los heridos, ¿dónde se
encontraban las otras dos? Puede que todavía se encontraran en el fragor de la
batalla, o estuvieran todos muertos o apresados. Fuera cual fuera, Kate ya se
había puesto en camino, y había sellado su destino.
A escasa distancia, un jinete galopaba
siguiendo a Kate, no cejó en su empeño por la distancia que lo separaba, sabía
que no se detendría.
_______
En el horizonte Kate divisó un
tren, un tren que había parado en medio de un paraje desierto, sin ningún lugar
donde poder esconderse. Siguió avanzando, esta vez con más precaución,
controlando el ruido que el caballo emitía, para no ser descubierta. Y entonces
oyó un ruido de cascos, detrás de ella, que se acercaba a toda velocidad
levantando el polvo del suelo.
Se giró, y sintió que su
corazón se le quería salir del pecho, alguien le había seguido. Y ella no tenía
armas, había sido un viaje precipitado y no había caído en la cuenta de llevar
algo con lo que protegerse.
El jinete ya se estaba
acercado, lo bastante cerca estaba ya como para que Kate lo reconociera.
Mierda, es Garrett.
-¿Qué haces aquí? –dijo Garrett
haciéndose oír por encima de el ruido de los cascos del caballo.
-No, ¿qué haces tú aquí? –dijo
Kate enfadada-, ¿por qué me has seguido?
Garrett se bajó del caballo con
gesto serio, y agarró a Kate.
-¿Qué crees que estás haciendo?
¿Crees que puedes enfrentarte tú sola a una banda?
-No he venido a enfrentarme a
nadie, he venido a por mi padre, y ahora ¡suéltame!
Garrett la soltó, pero le
mantuvo la mirada.
-¿Dónde está?
-Vuelve a casa Kate, no tienes
nada que hacer por aquí, este no es lugar para ti.
Kate no podía leer la mirada de
Garrett, él lo sabía y no se lo quería decir.
-Pues si no me lo dices tú
–dijo a la vez que espoleaba al caballo-, tendré que averiguarlo yo.
Y el caballo comenzó a galopar,
mientras Garrett corría a su lado.
-¡Kate, baja!
Pero ella ya no lo miraba.
-¡KATE! –y cuando el caballo
empezó a adelantarle, él se subió a él, justo detrás de Kate.
-¿Qué haces? –preguntó Kate a
Garrett.
-Si no me vas a hacer caso, al
menos iré contigo –y le arrebató el estribo.
Siguieron cabalgando un par de
horas, hasta llegar al pie de la montaña, donde los esclavos chinos estaban
dinamitando la montaña para hacer paso a las vías. Pero no sonaban los
estruendos de la dinamita, había un silencio sepulcral. Conforme el caballo se
iba acercando, Garrett iba aflojando los estribos para que el caballo fuera más
lento.
-Kate, haz lo que yo diga, y
sobre todo no hagas ruido, no es seguro.
Garrett confiaba en que Kate
grabara esas indicaciones en su mente, pues no estaba seguro de que el lugar
estuviera desierto del todo.
Bajó del caballo y ayudó a Kate
a bajar, la agarró de la cara y cuando sus ojos se encontraron le dijo:
-Kate, haz lo que yo te diga.
Y ella asintió con la cabeza.
Mientras Garrett sacaba su arma de la funda situada en su cadera.
-Sígueme.
Avanzaron por entre los
escombros de alguna explosión, el aire levantaba el polvo del suelo y hacía
lagrimear los ojos de Kate. Unos metros más allá, había varios cadáveres.
Garrett ayudó a Kate a andar sobre las piedras amontonadas y siguieron
avanzando.
Garrett se adelantó e
inspeccionó la boca del agujero de la roca con el arma en ristre.
-Quédate aquí y no te muevas,
tengo que entrar solo.
Y la dejó sola.
El sol estaba en su cenit y
Kate notaba el sudor bajando por la espalda, estaba incómoda, sentía una
presión en el estómago. Se giró, no había nadie, puede que el tiroteo fuera
hacía horas, probablemente ya no hubiera nadie por allí, pero ella tenía una
mala impresión. Pensó que estaría más segura dentro del agujero, y mirando a la
espesura, comenzó a avanzar desoyendo las indicaciones de Garrett.
Dentro había más cadáveres, y
uno de ellos era de su banda. Se acercó con cuidado y miró el cuerpo.
-Zack… -dijo entre dientes.
Entonces sintió una ráfaga de
aire helado en la nuca y se le erizó el bello de los brazos, y casi al mismo
tiempo escuchó un click y sintió un el cañón de una pistola.
Alguien se carcajeó y dijo:
-¿Qué tenemos por aquí?
*****
De
nuevo dar otra vez las gracias a todos lo que seguís #Bandida, y GRACIAS de todo corazón a @judithbelieber por sus
recomendaciones a esta historia.
También
podéis seguir #WhiteHorse, una novela de @judithbelieber en novelawhitehorse.blogspot.com.es/,
la información también está en el apartado BLOGS QUE SIGO arriba a la derecha.
Y
a los que habéis leído el capítulo, tanto éste como los anteriores y os ha gustado, puedes
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