Caminó
despacio y sola por la orilla de la playa. En su mano sostenía sus sandalias,
le encantaba sentir el contacto de la arena en los pies, así se mantenía más
cerca de la naturaleza. Mientras el agua bañaba sus pies descalzos, su chitón
ondulaba suavemente con la brisa y su cabello castaño se mantenía recogido, con
un par de mechones rebeldes que caían en su espalda creando un leve tirabuzón
adornándole la espalda.
Había
eludido sus deberes porque se encontraba incómoda, y andando había llegado
hasta la playa. Había escuchado que en aquella estación el sol proyectaba unas
suaves sombras sobre la arena color rosáceo de Creta. Sonrió para sí observando
aquella delicia de la naturaleza pensando en los dioses que habrían creado
aquella maravilla, sólo podía ser obra del magnífico Apolo.
Durante
su paseo no había mirado hacia atrás porque sabía que él le estaría siguiendo
muy de cerca, y eso la inflamó de deseo. Una locura se apoderó de ella y la
hizo arrojar el calzado y danzar adentrándose en el mar, que agitado, mandaba
olas furiosas contra la orilla.
Unas
manos fuertes la sujetaron y cesaron su baile. Cuando sus ojos se encontraron,
Kassia abrió sus brazos y rodeó a Apolo apoyando su cabeza en su pecho.
-Te
estaba esperando –dijo Apolo.
Y
Kassia le besó, pero no sólo le besó con los labios, le besó con todo el
cuerpo. Por su columna corría un relámpago de calor que le hacía hormiguear
toda la piel. El tacto era casi eléctrico
y ambos se hallaban en una corriente de alta tensión.
El
agua los empapaba y pegaba los ropajes a sus cuerpos. Kassia, que llevaba un
chitón blanco de lino parecía estar desnuda bajo los fuertes brazos de Apolo. Su
beso se hizo intenso cuando éste arrancó el lino a Kassia y ésta se apretó
contra su cuerpo tocándole los cabellos y jugando con sus sedosos rizos con las
manos.
Kassia
sentía como su cuerpo despedía lenguas de fuego que la envolvían y que la
consumían. Lentamente, Kassia puso sus manos en la nuca de él, haciendo el beso
más profundo si cabe.
Apolo
la levantó cogiéndola de las nalgas y la penetró con dureza iniciando un rápido
movimiento. Un gemido escapó de los labios de Kassia mientras ascendía y
descendía rápidamente sobre Apolo. Las fuertes embestidas del dios hacían
vibrar el mortal cuerpo de Kassia y la hacían llegar al clímax.
Cuando
sus cuerpos se separaron, Kassia sintió que perdía el apoyo de los pies y se
zambulló en el agua. Cuando su cabeza emergió, se encontraba sola. La playa
estaba vacía.
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