miércoles, 5 de septiembre de 2012

Ellos



¡Hola chic@s! Éste es el primer relato corto que publico en el blog y es más largo que lo acostumbrado en mis otras entradas, se trata de una variación de un capítulo de Maestros del terror. Quien lo haya visto se conocerá la temática, para el que no lo sepa será una sorpresa.  Debo avisaros de que este relato es para reflexionar, no todo es lo que parece. Y sin más, aquí está el relato, ¡ESPERO QUE OS GUSTE!

*****

Un trueno sonó en la distancia y la lluvia comenzó a caer sobre la agitada ciudad. Lentamente, como si de tortugas se trataran, un montón de sombras andaban dirigiéndose a quién sabe dónde, con una parsimonia espectacular. Cientos, no,  miles de ellos caminaban con paso irregular hacia la urbe y sólo dejaban a su paso destrucción.

_____

Sally miró a la derecha primero, luego a la izquierda. No había nadie. La lluvia caía sin vacilación sobre el pavimento y producía un sonido amenazador. Salió del edificio con paso indeciso, y miraba compulsivamente hacia atrás guardándose su espalda. Nadie estaba a salvo esa noche, nadie estaría a salvo nunca.
 
Corrió hacia la acera  de enfrente y siguió corriendo calle abajo hasta encontrar un callejón, en él un vehículo de la policía se había estrellado contra una de las paredes. Sally se acercó lentamente.

-¿Hay alguien? –dijo asustada. ¿Hola?

No hubo ninguna respuesta, Sally siguió avanzando se acercó a la puerta del acompañante y se asomó, allí dentro no había nadie, habría escapado, como todos.

-Base a unidad 3, base a unidad 3 –se escuchó por la radio del coche y Sally pegó un pequeño grito. Y unos helicópteros sobrevolaron el lugar con grandes luces. Sally miró hacia arriba pero ya se había marchado.
Cogió el pequeño transmisor y pulsó el botón de hablar.
-Hola, ¿hola? –dijo al aparato nerviosa.
-Oficial James, oficial James –dijo la voz a través del aparato.
Sally volvió a apretar el botón de hablar.
-No soy el oficial, soy ciudadana, estoy en peligro, el coche patrulla ha tenido un accidente y el oficial no se encuentra en él –Sally habló tan deprisa que apenas si se entendió ella.
-Oficial James, hay intermitencias en la línea, utilice la línea 56.
Sally no sabía usar el aparato y comenzó a dar a todos los botones que veía.
-¿Hay alguien en la línea? Por favor, por favor…
La puerta trasera que daba al callejón se abrió, un hombre vestido de policía salió con el arma en ristre, salió lentamente y dirigiéndose a su coche. Dentro de él vio a alguien, le apuntó con su arma.
-Sal de mi coche ahora mismo, bestia inmunda.
De dentro del coche se asomó Sally, asustada, con los brazos en alto.
-No quería robarle el coche oficial, sólo quería pedir ayuda.
-¡Aléjate de mi coche he dicho! –y mirando por el visor, bajó la palanca de seguridad con intención de dispararle.

Y de repente, un ruido tras la puerta por la que había salido el oficial, alguien daba golpes tras ella. El oficial se despistó por un instante y Sally se escondió tras el coche. La puerta del edificio se abrió y aparecieron una docena de esa gente, de la que Sally estaba huyendo desde que se había levantado esa lluviosa mañana. Rugían y movían la cabeza igual que si se tratara de un tic nervioso, eran lentos pero eran muchos. Mientras el oficial descargaba su cartucho de balas contra ellos, Sally revisó el interior del coche en busca de un arma para poder defenderse, apresuradamente abrió la guantera y encontró un hacha. La cogió por el mango y salió del coche huyendo de aquel callejón mientras escuchaba los gritos de dolor del agente.

Un virus se decía que tenían, un virus cuyo contacto te ponía en riesgo directo de convertirte en uno de ellos, ya fuera sanguíneo o por vía oral, estar a un radio de menos de dos metros te convertía en uno de ellos. Eso es lo que emitían las radios de los coches patrulla que daban vueltas a la ciudad dando la información a todos los urbanitas, al menos hasta hacía unas horas, que de pronto todo había quedado en silencio excepto por el sonido de la lluvia, y el sonido de ellos. 

Ellos, pensaba Sally, cómo llamarlos acertadamente sin caer en los tópicos, ¿no muertos? ¿zombies? Y qué sabía ella de lo que se alimentaban si nunca se quedaba demasiado tiempo cerca de ellos. No, el problema de todo esto no era la nominación a emplear, era de dónde había surgido todo esto. ¿Un experimento científico?, tal vez.  ¿Una guerra bacteriológica? , no lo sabía, la información no detallaba si se estaba produciendo en otros países. La única verdad era que como no tuvieras un arma con la que defenderte o un buen escondite, estarías o muerto o en sus filas antes de que saliera el sol.
Siguió caminando, aprovechando las sombras de los coches que abarrotaban la vía, y de pronto oyó un sonido, una música. Se asustó, miró a todas partes, el ruido no cesó, y sintió una vibración en la cadera. Metió la mano en un bolsillo y sacó un pequeño móvil, en su pantalla había una foto de una chica sacando la lengua, atropelladamente Sally apretó el botón de descuelgue. Lo que menos quería era que ellos la localizaran por la música. Se puso el móvil cerca de su oreja.

-¡Sally!, te es (intermitencias) cando. (Intermitencias) en casa de (Intermitencias).
-¿Hola? ¿Janet? ¡No lo escucho!
-Sally hacer (intermitencias) a (Intermitencias) de Josh. ¡Corre!
-¿A casa de Josh? No lo he entendido, estoy en –y Sally escuchó el inconfundible sonido de la llamada finalizada-. No, ¡no no no no no! –dijo abatida.

Puede que si corría rápidamente lograra llegar en unos minutos, la casa de Josh no estaba tan lejos después de todo. Y sosteniendo el hacha en una mano y el móvil en la otra volvió sobre sus pasos y recorrió varias manzanas. 

Cuando llegó a la calle que buscaba, fue más silenciosa, para evitar que la siguieran. Y cogiendo el hacha con las dos manos, entró en el edificio de apartamentos de Josh. Accedió al tramo de las escaleras y comenzó a subir, en el rellano de la primera planta había dos cadáveres tirados en el suelo boca abajo. Sally avanzó muy despacio para no tocarlos, pasó sobre uno de ellos, y cuando fue a pasar sobre el segundo, una mano le agarró el tobillo y la hizo caer. El segundo de los cadáveres irguió la cabeza y emitió uno de los característicos sonidos de ellos, mitad aullido mitad sonido de ahogo. 

Sally gritó y estiró su pie intentando desasirse. Viendo que no lo conseguía, hizo fuerza con el otro pie en su clavícula, la cual se rompió y consiguió que la soltara. Pese a la clavícula rota, se levantó y siguió acechando a Sally, ésta ya se había levantado y blandía el hacha por encima de la cabeza. Descargó el hacha sobre su cabeza con toda la fuerza que le fue posible a la vez que gritaba, le abrió la cabeza de un tajo.  Al ver la sangre derramada Sally dio unos cuantos pasos hacia atrás alarmada e intentó subir más escaleras mientras el cuerpo caía desmadejado al suelo. Paró y miró el hacha, volvió sobre sus pasos y subió.

Cuando ya estaba en el rellano del apartamento de Josh, vio la puerta abierta, con el hacha en su mano derecha entró.  El comedor estaba revuelto, los sillones caídos y los cojines desplumados. Oyó ruidos en el dormitorio, se acercó lentamente empuñando el hacha como protección, apoyó la oreja y escucho voces. No parecían las voces de ellos, asique lentamente y para no asustarles abrió la puerta y miró por una rendija. Ninguno de los dos se había fijado en que la puerta estaba entre abierta, y Sally escuchó la conversación que Josh y Janet estaban manteniendo.

-¿Crees posible que Sally llegue hasta aquí? –preguntó Janet.
-No tengo ni idea, pero sí tengo esperanzas. Tú has llegado hasta aquí pese a todo.
-Recemos porque eso pase.

Y Sally vio como Josh abrazaba a Janet para darle ánimos. Y escuchó el sonido de ellos, y Josh y Janet también, quienes se percataron de que la puerta estaba entreabierta. Con ojos alarmados Sally se dio la vuelta y vio entrar a uno de ellos, era el otro cadáver con el que se había encontrado en el rellano, el que no se había levantado ni la había agarrado del tobillo. Fue acercándose lentamente mientras él emitía ese sonido que hacía que a Sally se le erizara el cabello, y gritando ella como antes le hundió el hacha en el pecho y retrocedió, y al retroceder cayó sobre uno de los sillones volcados. Él seguía en pie, como si apenas fuera un rasguño lo que le había hecho Sally. Oyó un disparo y él antiguo-cadáver volvió a su lugar de origen, cara al suelo. Sally se volteó y vio a Josh postrando un arma, la cual había matado al hombre y que ahora le apuntaba a ella. Sally intentó incorporarse y recibió un disparo en la pierna que la hizo aullar de dolor en el suelo. Sally miraba a Josh mientras con una mano tapaba la herida de la pierna, su otra mano suplicante pidiendo ayuda y cordura a Josh. 

Éste volvió a disparar, y esta vez fue un disparo a la cabeza. Sally dejó de emitir aullidos y conservó en su mirada congelada la imagen de Josh apuntándole a la cabeza.
-Pensaba que lo conseguiría –dijo Janet afligida.
-Nadie está a salvo del virus, ni siquiera nosotros. Hay que sacar los cadáveres.

Y Josh y Janet arrastraron a los dos cuerpos al rellano, cerraron la puerta y se atrincheraron de nuevo en el dormitorio.

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