Se acercó al caballo y lo
desató. Con el arma en ristre lo hizo andar unos metros, hasta la gran roca. Se
subió al caballo y alargó la mano hacia Kate.
-¿A dónde vamos? ¿No vamos a
ayudarles?
-No podemos Kate, Biggs ha
aumentado su fuerza, nunca se le hubiera ocurrido atacarnos sin ser más
numeroso.
Kate miró hacia la masacre que
se estaba produciendo al otro lado del bosque.
-Pero no los podemos dejar asi,
¡hay que ayudarles!
-Kate, tenemos que escapar –le
apremió Garrett-, no sé si saben que estamos aquí, pero no pienso quedarme a
comprobarlo. ¡Sube!
Kate agarró su mano y subió al
caballo.
-Agárrate fuerte, ahora si
vamos a hacer ruido.
Las manos de Kate se pusieron
en su cintura, mientras ella se acercaba a él, Garrett podía sentir el cuerpo
de ella húmedo tras el baño. Con una sensación de calor que partía de sus pies
y terminaba en el pelo de su cabeza, espoleó el caballo, el cual avanzó deprisa
entre el bosque que les quedaba por delante.
Cuanto más rápido iba el
caballo más fuerte se sujetaba Kate y más acercaba su cuerpo húmedo. Garrett
sentía una fuerte presión en sus pantalones, si no lograba que Kate disminuyera
el abrazo no conseguiría concentrarse en el galope del caballo.
-Kate –dijo, haciéndose oír por
encima de los cascos del caballo, llegados a este punto, no importaba el ruido
que hicieran, lo que importaba era salir lo más rápido posible.
Cuando Kate le pareció escuchar
su nombre de los labios de Garrett y se acercó aún más a él, apretando sus
pechos contra su espalda más aún si cabe.
El resto de las palabras
murieron en la boca de Garrett antes de salir y Kate pensó que lo había
imaginado.
Siguieron cabalgando durante
horas, Kate no sabía hacia donde se dirigían, sólo sabía que Garrett conducía
el caballo como si conociera esos bosques como la palma de su mano.
Tras pasar de largo por tres
claros, giraron a la derecha durante otro par de horas. Kate volvió la cabeza,
nadie los seguía. Lo creía imposible, pero su huída no era tan perfecta como
cabría desear, las huellas que habían dejado eran como un rastro de miguitas de
pan, muy sabroso de seguir.
Cuando menos pensó que
pararían, Garrett detuvo el caballo y desmontó, agarró de la cintura a Kate y
la dejó en el suelo, con una mano en el estribo condujo al caballo a un
frondoso paraje. Kate seguía sus pasos sin que se alejara demasiado, no querría
perderse para nada en ése paraje. A unos veinte metros Garrett ató al caballo a
una rama, y arrancó unas hojas.
-Quédate aquí y no hagas ruido,
vuelvo enseguida.
-No me dejes aquí sola –pidió
implorante.
-No tardaré, solamente voy a
borrar nuestras huellas.
Y Garrett volvió sobre sus
pasos dejando a Kate sola en aquel paraje.
Katherine hubiera apostado a
que se encontraban en la zona más frondosa del Bosque Susurrante. El bosque que
había aprendido a temer.
Desde pequeña el Bosque
Susurrante era sinónimo de muerte, el que no conociera sus caminos no
regresaría con vida y su alma se quedaría vagando para siempre en él buscando
la salida. A Kate, inteligentemente, jamás se le había ocurrido entrar en el
bosque. Su reputación hacía que sólo los más locos decidieran probar suerte,
poca gente había logrado atravesarlo y salir vivo para atestiguarlo. Los poco
que lo habían conseguido habían salido en un estado mental cuestionable, el
Bosque Susurrante siempre se cobraba un precio, algunas veces era tu cordura y
otras tu vida.
Según la leyenda en el Bosque Susurrante vivía el Hada Azul,
la más bella de las hadas y la más poderosa. En la antigüedad, un rey muy
ambicioso construyó su castillo cerca del bosque con el propósito de crear
justas que como premio obtendría jóvenes y fuertes caballeros para que su amada
hija se casara.
Sólo aquel que fuera capaz de
dar caza al Hada Azul, obtendría a cambio la mano de su querida hija. Pero el
ambicioso rey no cayó en la cuenta de cuánto poder poseía el Hada, e incauto,
mandó a cientos de hombres a la muerte. Sólo uno de ellos consiguió encontrar
al Hada Azul, pero sólo porque a ella le parecía adecuado como esposa de la
princesa. Como ella amaba más su vida
que cualquier otra cosa, se cortó los cabellos y se los dio al caballero como
prenda para que el ambicioso rey creyera que había encontrado al Hada y le
había dado muerte.
El caballero atravesó de vuelta
el bosque con los cabellos del Hada Azul y con su espada en ristre proclamando
su victoria. El rey casó rápidamente a su hija con aquel caballero, pero no
llegó la paz a su corazón. Todas las noches el Hada entraba en sus sueños para
atraer al rey hasta el bosque. Una noche, saliendo del castillo sin ser visto,
entró en el bosque buscando él mismo al Hada Azul. Ya no se supo nada más de
él, y se dice que el Hada tomó como precio de haber dejado que le caballero
cruzara su bosque, la vida del rey.
Y el nombre de Bosque
Susurrante deviene de los aullidos de los que entraron en el bosque y sólo
encontraron la muerte.
Kate tuvo un escalofrío, a
pesar de que ya estaba seca, habían estado cabalgando durante toda la tarde, la
oscuridad empezaba a llenarlo todo, el crepúsculo llegaba. Garrett no volvía y
Kate se sentía asustada, ¿y si no volvía? ¿Y si el Hada Azul se cobraba la vida
de Garrett por haber entrado en sus dominios?
Entonces el bosque empezó a
aullar, era un sonido tétrico, hacía que a Kate se le erizara el cabello. La
parte temerosa de su mente la hacía pensar en el Hada Azul y en la posible
muerte que se cobraría y su parte racional le decía que el sonido aullante
provenía del entrechocar de las ramas.
Intentando usar la razón
abandonó las ideas temerosas y optó por tranquilizarse. Garrett seguro que no
tardaría en llegar, y entonces no tendría miedo.
La noche avanzaba y Katherine
se sentía sola, tenía frío y temía por Garrett. ¿Dónde estaría? Y mientras Kate cavilaba, oyó unos pasos. Se giró y
no vio nada. Nuevos pasos detrás de ella, Kate no sabía de donde procedían y su
temor la inundó. No sabía por dónde huir no conocía el terreno, y echó a correr
a través de un matorral. Las finas agujas de un pino arañaron su piel mientras ella dejaba el lugar
seguro. Tropezó con una piedra, se giró
y vio a una figura acercándose a ella. Es
el Hada Azul, pensó, y mientras la figura se acercaba ella vio como
flotaba.
Su mente no pudo soportarlo y
se desconectó, Katherine se desmayó mientras la figura seguía acercándose.
*****
Muchas gacias por seguir leyendo #Bandida, no me cansaré nunca de daroslas y gracias por darme la ilusión de seguir escribiendo...
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