De la cuna al hoyo

Su llanto se oyó hasta el final del pasillo. Empezó a andar algo tarde, pero habló antes que su hermano. Siempre llevaba cosas que no necesitaba en los bolsillos. No tuvo dinero para ir al viaje de fin de curso, pero fue un buen verano. El instituto le resultó extraño, pero allí fumó su primer cigarrillo. Le gustaban las chicas con pecas y siempre se pasaba con los cubatas. Con su primer trabajo de verano se compró una guitarra. Le besó toda la espalda mientras ella dormía. No quiso seguir estudiando.

La última llamada telefónica de su madre fue para él. Dejó el trabajo y viajó por la costa hasta que no tuvo dinero. Su padre siempre escuchaba discos de jazz cuando iba a visitarlo. Copió en el examen de acceso para mayores de 25, pero sólo un poquito. En la universidad la siguió cada día desde que la vio. Salvó a su mejor amigo una noche, simplemente estando con él. Le dijo que la quería y aún así ella le dejó. Montó su empresa en un almacén de las afueras. Se acostó con muchas pero no recordó a ninguna. Fue tío con 34 años. Su amigo se la presentó, le dijo que no la quería y aún así ella se quedó. 

Llamó a su hijo con el nombre de su hermano. Su negocio fracasó. Vendió la guitarra. Enterró a su padre con su madre y conservó todos sus vinilos. Guardó la primera foto de su hija en la cartera durante los 42 años que le quedaron por vivir. Trabajó mucho, pocas veces en lo que quiso, y sólo conoció otro país distinto al suyo. Ella ni siquiera pudo decírselo, firmó el divorcio y lo dejó en la mesa. No supo bien cuando perdió el pelo y necesitó gafas de cerca, de lejos y para lo que hubiera en medio. Sólo dejaba de fumar cuando su nieto estaba en casa. 

Salió a pasear cada día hasta que ya no recordaba cómo regresar. Cuando lo hallaron sin vida tenía el rostro tranquilo. En sus bolsillos encontraron pipas, la púa de una guitarra y un anuncio arrancado de una revista donde ponía "hacemos realidad sus sueños".