miércoles, 1 de mayo de 2013

Para lo que sirve ser pitonisa


Tengo una amiga que sufre cada vez que tiene una mala corazonada, porque por lo general, cuando piensa que algo malo va a suceder, pasa. Para ella no es nada simpático ser tan pitonisa. Es algo que le pasa desde siempre, y no es para tomárselo a broma, ya desde pequeña era capar de predecir lo que pasaba sin apenas esforzarse. 
Recuerdo que una vez, esábamos las dos solas en el parque, y me dijo que su padre no volvería esa noche a su casa, y la verdad es que es que su padre no volvió. No te asustes, no es que su padre muriera, si no que abandonó su familia. Pensarás: "Algo se notaría antes de abandonarla", pues puede que sí o puede que no. Pero la verdad sea dicha, sucedió y en ese momento me dejó estupefacta. Habiéndote puesto en antecedentes, ahora paso a explicarte el suceso que me ha llevado hoy aquí.
La semana pasada, mi amiga, tras ver poco y nada a su chico debido a que él tuvo mucho trabajo y no lograban verse ni para decirse hola; al llegar el viernes se encontró con que él estaba tan cansado que le dijo que no quería salir. Ella lo llamó más tarde a su casa y su madre le dijo que estaba durmiendo, pero ella, sin prueba alguna tuvo la desagradable sensación de que le habían mentido.
Sin saber que hacer, y sabiendo que sus corazonadas tenían algo de verdad, dejó que le guiara el instinto y fue a buscarlo. De nada sirvió prensentarse en la casa de su novio, donde se encontró la casa vacía, y su suegra diciéndole que no sabía nada del paradero de su hijo. Con más ascuas que lleva el fuego prendidas en sus venas, salióde la casa más enfadada que nunca en su vida (más incluso que cuando su padre a abandonó).
¿Qué hacer en esos momentos? ¿Seguir el instinto y lanzarse a investigar hasta encontrar lo que por desgracia buscamos?, ¿entregarse al viejo “ojos que no ven, corazón que no siente”? Difícil decisión la de mi amiga la de ponerse a buscar como una loca por la ciudad. No dándole resultado, en unas horas volvió a casa cuando ya el laba estaba despuntando. Ya en casa, fue hasta la cama e intentó descansar, pero la mala corazonada le oprimía el pecho y  no podía dormir.
¿Cómo sé yo esto? Mi amiga me llamó al día siguiente, estaba muy enfadada y triste, y me pidió que quedáramos a tomar un café. Asustada por sus palabras, llegué a la hora en punto y me la encontré llorando en una mesa, muy alterada. Rápidamente me acerqué a ella, y me explicó lo sucedido. Yo, que ya lo sabía de antes, le dije que lo dejara, que no era un buen hombre y que hacía tiempo que no me fiaba de él. Ella me dió la razón, y más reconfortada y en la misma cafetería y conmigo delante, cogió su telefono y lo llamó. Le dijo que no se fiaba de él y que no tenía sentido seguir con ésa relación.
Mientras se iba a casa, yo me pedí un helado con mucho, mucho chocolate, mientras en mi mesa vibraba mi móvil. Al acercarme a la mesa, descolgué el teléfono.
-Hola -dije, mientras saboreaba el helado en mi boca.
-Hola. Tal y como lo planeamos me ha dejado, tenemos el camino libre.
-Si, lo sé. Te quiero. -Dije al teléfono.
-Y yo a tí.
Colgué el teléfono y seguí disfrutando de mi helado, sola, en la cafetería.

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